Las fotos hablan

A menudo decía con lástima de sí mismo: ‘Lo único bueno que recuerdo de mi niñez es que no tenía deudas'
  • viernes 12 de agosto de 2016 - 12:00 AM

Se dice por ahí que la necesidad tiene cara de perro tinaquero, y Alcides le daba valor a esta sentencia, sobre todo desde que dejó bien lejos la época dorada, la niñez, que es cuando no tenemos ninguna deuda. A menudo decía con lástima de sí mismo: ‘Lo único bueno que recuerdo de mi niñez es que no tenía deudas'. La quincena era solo verla y desaparecerla en manos de algunos de sus acreedores, y el décimo casi que no existía para él, porque a la esposa le picaban los pies por recibirlo y llevarlo a algún centro comercial a trocarlo por trapos nuevos o algo para enchecherar más la casa. ‘Estoy harto de todo, cualquier rato me pego un tiro en el dedo gordo del pie para que la bala camine en mi cuerpo y me mande al más allá', dijo delante de un compañero que desayunaba sabroso. El hombre sí tenía esa cara dichosa de quienes están en espera del décimo para irse de paseo con la mujer de sus sueños o para comprarse algún detalle o, los menos, ahorrarlo para viajar en las vacaciones. No era ese el caso de Alcides, quien le contó al compañero todos sus pesares que tenían como denominador común la falta de plata.

El hombre lo escuchó y luego le avisó que don Pacho andaba ‘hambriento', pero que no quería saciarse con ninguna de las vecinas, a las que ya había repasado, quería carne fresca y de calidad, por lo que Alcides se comprometió a conseguirle al viejo un bocado fresquito y suculento. ‘Deme un salve y yo le traigo una amiga que está como usted la desea', le propuso y don Pacho aceptó, pero exigió verla primero en fotografías, con las cuales regresó Alcides a media tarde. El don las revisó y estuvo conforme. ‘Bueno, si las fotos hablan, quiero tirarme a esta, se ve muy buena, mire ese cuerpo delgado y relleno donde me gusta a mí, y esa cara de reina del Carnaval, y es blanca, hace rato que no pruebo cosita blanca, tráemela hoy mismo que mira cómo está esta vaina, cualquier rato explota y daña el cielorraso, ah, y te pago apenas me la traes', aseguró don Pacho, y Alcides llamó a Bella, que así se llamaba la contratada para bajarle las ganas al vétero. ‘Tienes que darme un porcentaje de lo que vas a cobrarle', le exigió Alcides, y Bella le hizo una seña vulgar con los dedos. ‘Ni v…, soy yo la que me voy a romper el c… con ese viejo arrechón', aseguró ella y tocaron la puerta de don Pacho, quien los recibió libidinoso y sonriente, en calzoncillos de antaño y todo empolvado. Fue solo verla y cambiar la sonrisa por desencanto. ‘Espere afuera un momento, doñita', le dijo a Bella y se quedó adentro con Alcides, a quien le reclamó violento que lo había engañado. ‘La mujer de la foto era una y me trajiste otra, o es que adulteraste el retrato, esa gorda mantecosa no es ni por equivocación la que me enseñaste, toda planita y culona, mira esas llantas que tiene, etc.', gritaba el don con tanto empeño que Bella escuchó y entró dispuesta a reclamar.

‘Mira esa cara, otra cara de piña, además, blanca de adónde, más prieta que tú y yo juntos, no jodan, lárguense', siguió el viejo y ahí mismo le trabó Bella un trompón que enseguida le sacó sangre. Turulato, don Pacho se defendió empujándola contra el sofá, de donde ella se levantó furiosa y le pegó de nuevo, justo cuando pasaba un vecino curioso atraído por la gritería. ‘Una pareja le está robando a mi vecino de la tercera edad', les dijo a los policías que llegaron, cosa rara, minutos después y se llevaron a Alcides y a Bella detenidos por maltrato e intento de robo a un ‘pobre anciano'. ‘No hay duda de que la podrida siempre anda cerca de mí', pensaba Alcides guardadito en el cepo.

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Perfil: Yo misma soy, me veo bien y sé cómo atender a un viejuco.

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Espejismo: Esa me gusta, es linda y qué cuerpito.

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