Eso es problema mío
- viernes 17 de febrero de 2017 - 12:00 AM
Cuando vi las fotos íntimas que mi mujer le mandaba a su enamorado, sentí que me volvería loco, que era demasiado dolor, y decidí suicidarme, lo que no hice porque antes quise despedirme de mi madre, quien tuvo que aguantarme un llanto de casi tres horas hasta que pude hablar y le conté lo de de las malditas fotografías en las que mi esposa aparecía con la cuca al aire, otras acariciándosela, con los muslos en toda su plenitud y en el centro la cosa esa que yo creía que era mía y que ignoraba que otro conocía quizás mejor y más que yo. Para colmo de males, se las mostré. Mi madre pegó el grito al cielo cuando leyó los mensajes que mi mujer le enviaba junto con las fotos al amante de porquería.
La autora de mis días se llenó de ira e intentó lavarme el cerebro con la idea de que mi mujer no valía ni medio centavo, luego entró en una crisis de llanto y me juró que si yo me suicidaba, ella la mataría con sus propias manos. Me tumbó toda la decisión cuando me gritó: Qué tristeza pasar mis últimos años en una cárcel fría, sucia y llena de caca por culpa de una infeliz gorda mantecosa. Luego, mientras yo lloraba mi dolor tirado en una hamaca, ella llamó a mis hermanos, a mis primos, a mis tías y hasta a mis abuelos paternos y maternos para que vinieran a quitarme la soga.