El comearroz

- martes 05 de enero de 2016 - 12:00 AM
‘Eso es cuento, el arroz no engorda, mire a los chinos y a los japoneses, comen arroz hasta en el desayuno, y ellos, generalmente son delgados', repetía Sócrates cuando los majaderos lanzaban una burla o advertencia sobre lo negativo del arroz, que era, desde niño, su plato favorito. En el trabajo lo apodaban el ‘Comearroz' y eran muchos los que le advertían que no tratara tan duro a su mujer, que esta cualquier rato podía rebelársele o subírsele el indio, pero Sócrates no les hacía caso y ni para recibir el nuevo año pensó en cambiar de proceder. La presencia del suegro tampoco fue motivo para que él dejara de asolear a la buenaza de Angelina. Fue ella, la que invitó al padre a acompañarlos en Año Nuevo y el don hizo el viaje a regañadientes. Así, huraño y callado, se mantuvo en la celebración. ¿Cuándo se va?, le preguntó un invitado. El campesino lo miró duramente unos minutos y luego le dijo: cuando arregle un asuntito que tengo metido en las costillas. El vecino se quedó escuchándolo y supuso que el malestar del viejo se debía al maltrato diario que Sócrates le daba a Angelina, y para atizar más la causa le detalló toda la noche las peripecias de la muchacha, y añadió con saña ‘imagínese, usted, que Sócrates la regaña hasta por tonterías, como que el arroz quedó duro o muy aguachado, y eso es todos los días, por aquí todos los vecinos desde que lo oímos con las palabrotas, sabemos que a Angelina se le fue la mano en la sal o en el agua o fuego del arroz, y ese también desayuna con arroz, cualquier día va a pasar aquí una desgracia por culpa del arroz'.
El don pasó los primeros días del año rumiando las palabras del vecino, y el día de actuar le llegó poco después, una madrugada en la que oyó la gritería de Sócrates: ¿Quieres que te saque un diente, pendeja, o las muelas del juicio, aprende a hacer el arroz como a mí me gusta, qué voy a desayunar ahora?, ¡¡¡¡¡estúpida!!!!!
La amenaza del diente o la muela despertó al Urracá y al Victoriano que moran en los campesinos; el viejo se levantó en pijama y de un salto quedó en la cocina. Con la fuerza y la malicia del hombre que sabe pelearle a la dura tierra el alimento diario se le fue por detrás a Sócrates y lo maniató; así lo llevó a empujones hasta el baño, donde lo encerró mientras libraba una dura batalla con la hija que se negaba a recoger sus trapitos para irse. La muchacha quería llevarse los enseres domésticos, pero el padre se negaba recordándole que ella nació sin nada de eso. ‘Usted solo trajo su ropa y solo se lleva eso', decía el campesino cuando oyeron un estruendo: Sócrates había logrado abrir la puerta y salía vuelto un león. Agarró a Angelina por el pelo y la llevó a la tina de lavar mientras gritaba a vivo pulmón: ojalá hubiera un río cerca para lanzarte ahí. El castigo duró poco, porque los vecinos acudieron a ver qué ocurría y eso animó al viejo, que armado con un filo hizo que Sócrates soltara a Angelina. Arremetió, entonces, contra el anciano y le lanzó una trompada con tanto ímpetu que perdió el equilibrio y se fue de frente contra el borde de la lavandería, dejando allí un par de los muebles bucales que Dios solo nos da dos veces; se levantó furibundo mientras la sangre salía abundante de su boca. Quiso destrozar al viejo, pero este ya había sacado su escopeta que trajo para reparar y con ella lo mantuvo lejos hasta que vinieron los policías. ‘Llévenselo preso, porque me sacó mis dos dientes frontales', acusó Sócrates al suegro, pero los vecinos declararon que él mismo se los había sacado por una caída. Al viejo le tocó librar otra batalla más dura, porque Angelina se negaba a abandonar al marido maltratador.
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Dato: El arroz no contiene grasas dañinas ni colesterol malo.
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Confucio: Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir.