Decoración caché

Para Eucaris, había quedado atrás el tiempo de la cartera pelada, ahora, que era querida de un político, podía darse aires de ricachona y su destino diario eran los centros comerciales. Quiso lucirse como la nueva rica con la decoración de su casa, quería llenarla de luces de todos los colores y tamaños. ‘Voy a poner lucecitas hasta en el baño, todito tendrá aires de Navidad, compraré dos arbolitos naturales, uno para la sala y otro para la terraza', dijo y lo cumplió, pero se le fue la mano en el tamaño y hubo que cortar el pino para que no rompiera el techo, igual se pasó con la decoración de la puerta principal, a la que forró con papel dorado, el más brillante que halló, le colocó una figura de Santa en el centro y, para rematar el diseño, le colocó encima otra figura del mismo personaje. La puerta le ganaba por calle al más exagerado de los cuadros barrocos, porque, además de los dos Santa compitiendo uno arriba del otro, estaban rodeados de renos, trineos y cuanto encontró Eucaris en el comercio.

A ella le parecía que su puerta era la mejor del barrio y se sentaba a esperar que los parroquianos pasaran y comentaran lo bella que estaba su casa. A la comadre Luisa, a la que le caía su huesito gracias a la bondad del político, que siempre olvidaba que las partidas son del pueblo y para el pueblo, sí le pareció linda la decoración navideña, y dijo ‘jo, comadre, esa es decoración de caché'. Y repitió su opinión en el minisúper y en la parada. La nueva cocoa se fue difundiendo y llegó a las oficinas gubernamentales ubicadas en el barrio, y las que conocían a Eucaris dijeron a bocajarro ‘será una decoración de cachona o de cachonda, pero de caché, jamás'.