La que comía de todo

El padrino no lo buscó ni a él ni a ella
  • domingo 05 de junio de 2016 - 12:00 AM

Dicen que la ingratitud es hija de la noche con el demonio y que la criaron en una zanja la envidia y el egoísmo. Otros afirman que el infierno está lleno de ingratos, pero nada de eso creía Maikol cuando le quitó la mujer al padrino, quien cumplió la promesa bautismal y, tras morir juntos los padres del ahijado, se lo trajo para la capital, donde lo acabó de criar como a un verdadero hijo.

Fue cuando Maikol cumplió los 17 años que el padrino se enamoró perdidamente de Yesenia, una damita que conoció en un pindín y se figuró que si la guial tiraba buenos pasos así mismo sería el ritmo en la intimidad, y se la trajo para la casa en calidad de dueña y señora, advirtiéndole que Maikol era su ahijado –hijo, por lo que merecía todas las consideraciones y respetos de primogénito. La mujer era de corazón noble, pero de sentidos alborotados, por lo que pronto pasó de las atenciones de madre a cariñitos de amante, despertando en Maikol un apetito voraz y una idea de pertenencia que pronto le arrebató la paz y ya no pensó más que en escaparse con la esposa del padrino. Y aprovechó cuando al hombre lo mandaron a una gira de trabajo por el interior, y, además de quitarle el viático, lo hicieron pasar la dura prueba de encontrar la casa solitaria una semana después.

El padrino no lo buscó ni a él ni a ella, les dijeron que cuando recuperó el habla, tres días después, solo dijo ‘me conduelo de mi ahijado, porque esta vida es tan cabrona que nunca se olvida de pasar factura y pobrecito de él cuando le toque, sabrá entonces que este dolor es para machos de verdad'. Pero nada parecía presagiar el cumplimiento de lo dicho por el padrino, Maikol vivía feliz con Yesenia, quien tenía un vientre tan radiactivo como el mismo elemento químico, pura dinamita salía de allí y cada día tenía un nuevo placer para su marido, que se empeñó en celebrar el quinto aniversario de convivencia con un rumbón de cinco estrellas. Yesenia se antojó de música en vivo y Maikol la complació.

‘Quiero música en vivo, siempre he anhelado ver a un violinista en acción', dijo y Maikol se rajó la espalda trabajando para complacerla. Los vecinos, que fueron en pleno a la pachanga, no dejaron de comentar sobre Yesenia, que si estaba muy gorda, que se veía hombruna, que a veces se quedaba mirando a las mujeres, sobre todo a las delgadas, y que a lo mejor era pura envidia, etc.

Uno, de lengua más atrevida, dijo que en una tarde de pinteo, él había oído a Maikol decir que Yesenia era bellacona en la cama y que siempre quería ir arriba, ‘a veces me ataca como si ella fuera el hombre, tiene un meneo tan fuerte que a veces me da qué pensar, mucha rudeza'. El lengüilargo miró a todos lados antes de agregar: ‘Yo se lo conté a mi mujer y ella dijo que esas mujeres dizque muy arrechonas a veces paran en tortilleras y que a lo mejor, en el fondo, Yesenia es lesbiana y por eso usa ese estilo en la intimidad'.

Nadie le paró bola al vecino porque en ese momento entró el grupo musical y todos quedaron anhelantes. Maikol luchaba desesperadamente porque su mujer le prestara atención, pero esta solo tenía ojos para la violinista, de cabello largo, cuerpo delgado y curvilíneo, además de un rostro hermoso, ‘con clase y caché'. Tuvo que darle un jalón porque Yesenia se puso impertinente con la violinista, quería tomarse fotos con ella, de último se antojó de cargarla y besarla, lo que no soportó Maikol y paró la fiesta. ‘Cojan su pago y lárguense', les dijo a los músicos.

Cuando todos se fueron fue que se percató de que Yesenia no estaba. Supo días después, cuando le llegó un abogado a notificarle sobre la demanda de divorcio, que Yesenia andaba en amores con la violinista. Y entonces recordó al padrino injuriado…

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Apetitosa: ‘cada día tenía un nuevo placer para su marido'

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Asombrado: ‘a veces me ataca como si ella fuera el hombre'

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