El cerdo extraviado
- domingo 16 de diciembre de 2012 - 12:00 AM
En la vasta campiña darienita, los compadres Cuto y Lolo acordaron criar un cerdo que se comerían en Navidad y en compañía de la gente del pueblo. Llevaban casi veinte años en esta tradición. Todos los 25 de diciembre llegaban los vecinos con sus familias a comer chicharrones y arroz con puerco. Muchos traían bebidas y otros improvisaban un conjunto típico para armar la rumba que duraba hasta el anochecer. Este año la fiesta sería en la casa de Cuto, quien había pasado varios meses alimentando al marrano o trayéndole comida desde la vivienda de Lolo, quien a veces llegaba hasta el rancho del compadre a vacunar al animal o a bañarlo. La abundancia de la comida y otras atenciones engordaron tanto al cerdito que la gente pasaba a cada rato a admirarlo y a preguntar cuándo lo matarían para venir a colaborar.
‘Vamos a necesitar varios ayudantes, porque este animal pesa más que un ternero’, decía Cuto cuando la gente le preguntaba cuándo sería el sacrificio de ‘Cheneli’, como le llamaban al puerco. Y más de tres le dijeron qué es lo que pasa, Cuto, anteayer dijiste que lo matarás el 23, ayer que el mismo 24 y hoy dices que no sabes. El aludido se metió dos dedos entre la larga barba y contestó que le dolía tanto matar a ‘Cheneli’ que hasta se enredaba con la fecha. Y suspiraba antes de cambiar de tema mientras decía: ‘Es que está tan rechoncho y hermoso este ‘Cheneli’ que me confundo todo, mírenlo bien que ni siquiera parece un puerco’.
La pega empezó una tarde en la que llegó Lolo con una vasija de maíz para el cerdo, al que no encontró en su corral. ‘Ah, es que vinieron unas muchachas y lo llevaron a pasear, para que conozca el pueblo’, contestó Cuto, pero su compadre se quedó receloso y dijo que regresaba más tarde con los aparejos para darle muerte ya, pues andaba muy paseador y eso no era bueno. ‘Le pone la carne dulce’, dijo y se fue. Regresó una hora después con varios vecinos y preguntó dónde vivían las chicas que paseaban al animal. ‘Viven después del río’, dijo Cuto. ‘Nosotras no hemos sacado a pasear a ningún puerco’, dijeron las muchachas asombradas, por lo que Lolo regresó donde Cuto a preguntarle dónde estaba el puerco, pero no encontró al compa allí, de manera que, acompañado de los otros campesinos, fue de casa en casa preguntando quién había visto al puerco.
Al tercer día de búsqueda alguien dijo que había visto pasar a unos forasteros con un cerdo grande, ‘como del tamaño de un ternero’, decían todos. Regresaron corriendo donde Cuto, quien negaba saber algo del paradero del cochino. ‘Bueno, si no aparece de aquí a mañana, yo le quemo la casa, compadre’, amenazó Lolo y se fue, de manera que Cuto cogió camino para otro pueblo, donde vivían los que le habían comprado el marrano. ‘Chineli’ empezó a dar gruñidos de alegría apenas lo vio. ‘Vengo a que me devuelvan el puerco, aquí está la plata’, les dijo, pero ellos se negaron rotundamente y lo amenazaron, por lo que tuvo que irse a otro pueblo, donde compró un cerdo que en nada se parecía a ‘Cheneli’, pero al que revolcó por una hora en un lodazal.
‘Ese no es el puerco nuestro compadre, el de nosotros estaba más gordo y era blanco’, dijo Lolo. ‘Usted no ve que el pobre rebajó porque pasó una semana perdido y sin comer, además está sucio, por eso se ve así chocolate’, afirmó Cuto y sugirió matarlo enseguida para que no se volviera a ir.
Ya hervía el agua para el sacrificio del animal cuando escucharon un chillido conocido: ‘Cheneli’ entró por la casa corriendo y perseguido por unos extraños.
Tuvieron que agarrar a Lolo, que trató de darle filo al compadre cuando supo que este le había vendido su cerdo a los desconocidos, quienes con gran esfuerzo lograron llevarse a ‘Cheneli’ bien amarrado.
MORALEJA: NO SE TE OLVIDE QUE HASTA PARA LADRÓN Y MENTIROSO HAY QUE TENER TALENTO.