Boconadas
- martes 02 de agosto de 2016 - 12:00 AM
Lo que se ve no se pregunta. Pero los de mente morbosa y malévola insisten en preguntar ‘hay o no hay reconciliación'. Cuando a Marelis le preguntaban si se había reconciliado con Jonás, contestaba llena de rabia: ‘No, qué va, Jonás no vuelve a este pozo'. Los preguntones le llevaban la respuesta de la ex a Jonás, quien aún suspiraba por ella. Con inquina de la más cara le echaban el cuento, ella lo dijo clarito ‘a este pozo no vuelve más', y el hombre se quedaba desencuadernando, vuelto una cosita, abrumado por el pensamiento de que ella ya tuviera otro o de verdad se hubiera olvidado de él. Y como se nubla la razón cuando hay mucho fuego en el corazón, se ponía casi histérico y les decía a los malos amigos ‘a ese pozo solo bajo yo, yo y yo y yo, y si saben que hay otro con ganas de llegarle, me avisan para darles filo a los dos'.
Una mañana la vieron salir arregladita, con un pantalón brillante y bien refajado, una blusita transparente y los labios al rojo vivo; por molestar le preguntaron si se había reconciliado con Jonás, y ella contestó rotundamente ‘ya se los dije, ese no vuelve más a este pozo'. De nuevo le pasaron el dato a Jonás, quien se llenó de ira y abandonó su puesto de frutas para seguirla. Antes de irse dijo a bocajarro: ‘Voy a partirles la vida a dos infelices que se están goloseando mi felicidad'. Como pasa siempre en estos casos, salieron muchas manos y se oyó igual cantidad de voces con el objetivo de impedir que se fuera, pero Jonás lanzó al aire su amenaza y hasta gritó que llevaba un arma de fuego y que le tocaría una caricia al que se atreviera a detenerlo, de manera que cayeron las manos y se apagaron las súplicas. Y se fue. En el camino llamó a toda la parentela y amistades de Marelis para saber dónde buscarla, hasta que un malandro primo de la bella le soltó la información por unos cuantos panchitos. ‘Ojos y oídos hasta por el c…, que ese man que menea a mi prima no es cualquier cosa, dicen que está bien cotizado en el mercado negro, que su cabeza tiene precio, ese es caco de alto perfil no como yo que me robo pendejaditas', recomendó el pariente, pero los celos tenían a Jonás lleno de soberbia y así actuaba.
Pasó casi dos horas buscando a la pareja, en vano porque no los halló en ninguno de los sitios sugeridos por el pariente, al que llamó reclamándole lo pagado, pero el caco no era hombre de dejarse amedrentar y lo paró. La discusión lo dejó peor, de manera que la presión se le subió y tuvo que sentarse en una esquina del centro comercial mientras se le pasaba el malestar. Estaba sobándose la vida para calmarse cuando vio pasar un trasero brillante, conocido, su pozo, fue como un destello, un fogonazo, tan fugaz que desapareció enseguida, pero le devolvió de golpe el ánimo y se lanzó entre la muchedumbre a localizar el brillante bulto de carne. A codazo, palabrotas y empujones lograba avanzar entre quienes le devolvían la injuria con llamados de atención por su mala educación. ‘Apártense que debo mandar de viaje sin regreso a un infeliz', les gritó a los que iban delante de él cuando volvió a ver el resplandor de las nalgas de su mujer. Se le llenó la cabeza de humo cuando vio que el acompañante de Marelis llevaba la mano, llena de sortijas, en las pompis de ella, y sacó el arma. Pero de entre la multitud y en fracción de segundos salió un disparo que mandó al otro hombre al piso, donde fue rematado por manos invisibles. Cuando Jonás reaccionó, el índice acusador de Marelis lo señalaba como el asesino. Tener un arma en la mano lo comprometió más, pero gastó muchos reales en demostrar su inocencia. Marelis cumplió lo dicho ‘a este pozo no vuelve más'.
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Decidida: Ese no vuelve más a este pozo.
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Amenaza: Se van al otro mundo por golosearse mi felicidad.