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El sueño de todo estudiante es que al culminar o desde antes la educación media, es tener un trabajo digno para seguir estudiando.
  • lunes 03 de febrero de 2020 - 12:00 AM

El sueño de todo estudiante es que al culminar o desde antes la educación media, es tener un trabajo digno para seguir estudiando de noche con el dinero que percibe.

Tal es el caso de Guadalupe, una joven capitalina que estudia el décimo segundo año del bachillerato en Comercio, en una escuela de Paitilla. Como es costumbre, los últimos meses deben realizar su práctica profesional en una institución, ministerios u oficina particular.

‘Lupe', como cariñosamente le dicen en casa, visitó varios oficinas de abogados en la ciudad para ver la posibilidad que que la aceptaran ya sea como secretaria o cualquiera otra actividad que tuviese relación con sus conocimientos aprendidos.

Tuvo que caminar bastante, ya que las oficinas no están cerca una de la otra y en donde iba y dejaba la solicitud no le respondía de inmediato, sino que le decían que en caso de tener una vacante la llamarían. Chateaba con sus compañeros y a ellos la situación era parecida; agotada ya decidió quedarse en casa, para ver si se hacía el milagro, que la llamasen a realizar su práctica, que se requiere para graduarse.

Un viernes en la mañana, recibe una llamada a su celular, para que se presente el lunes a las 8 de la mañana para que inicie de inmediato en el bufete de abogados, ubicado en Bella Vista, en Calidonia.

Así, que habló con su mamá para que le diese los seis balboas para el blower en el salón de belleza y llevó la ropa donde la lavandería del chinito para estar lista para el primer día de labores.

Se levantó muy temprano su mamá a prepararle un desayuno que incluía pancake y jugo; además, la madre le dijo a lupe, que preguntara en la oficina si había microonda para preparar la comida al día siguiente, porque era un ahorro para su bolsillo y le cuidaba su salud a la hija.

Luego de tomar el tren se bajó en la estaci{on del Hospital Santo Tomás y se dirigió a la oficina que estaba a unos calles; a su llegada fue recibida por la secretaria quien la atendió y comenzó a explicarle sus funciones.

En el transcurso del día llegó el abogado dueño de la firma y sus compañeros que realizaban trámites en las distintas oficinas de los juzgados. Poco a poco lupe fue aprendiendo las asignaciones y a relacionarse con los demás.

Restando un par de semanas para concluir la práctica profesional, lupe le dice al propietario de la firma, que recordara que debía evaluarla y ella llevar el documento a la profesora responsable o tutora.

Llegó el día que concluía sus funciones allí y el abogado todavía no le entregaba el documento evaluado; le dijo que le tendría listo para en horas de la tarde; como la necesidad tiene ‘cara de perro', se quedó hasta la tarde, y, cual fue la respuesta del abogado, que le invitaba a cenar y no aceptar no le entregaba ninguna evaluación; la joven triste se fue a conversar con la profesora al colegio y le contó todo; conversaron con el director de la escuela y acordaron que pondrían las denuncias ante el Ministerio Público, allá le exigieron que debía evaluarla, de lo contrario lo iban a procesar y hasta podría ser encarcelado o perder su idoneidad.

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