La atrapó el karma

Cada vez que vayas a hacer el mal a otra persona no olvides que el karma existe
  • domingo 10 de octubre de 2021 - 12:00 AM

Cada vez que vayas a hacer el mal a otra persona no olvides que el karma existe. Esto lo aprendió Ana, quien estaba acostumbrada a fijarse en hombres ajenos.

Ana no podía ver a ninguna pareja de tortolitos felices en su barrio, pues ella, ya sea por placer o solo por joder la paciencia, hacia lo imposible para que se fijaran en ella. Y es que Ana tenía un cuerpazo espectacular, igual a las chicas que salen en las portadas de la revista para hombres Playboy. No había hombre que se resistiera a su belleza y a sus encantos.

La joven, cuando se proponía meterse en una relación, no había nada que la frenara. Ella, con solo un par de miraditas y sonrisas pícaras dejaba a más de uno babeando y no era para más, ella era una diosa.

Pero el afán por un hombre le duraba poco. Luego de sentirse superior a cualquiera en el barrio, lo dejaba como una migaja. Estos terminaban llorando, con los corazones rotos, ya que por bobos e infieles quedaban sin hacha ni calabaza.

Ana seguí con su mala práctica y cada vez que podía tiraba su trasmallo. Ella no perdonaba si el hombre tenía hijos o si estaba casado. Ya había destruyó un hogar de más de 10 años en un abrir y cerrar de ojos.

Lo que Ana no se esperaba era enamorarse. Conoció a Lucas, un tipo muy trabajador y agraciado, que pensó que se había ganado la lotería con el penco de mujer que se había encontrado.

Lucas, al principio, quedó embobado con las caderas y el tumbado de Ana, quien tenía además una piel tersa como un bebé. Se sentía en el cielo.

Pero tuvo que soportar los coqueteos de Ana, que muchas veces eran tan natural en ella. Y para colmo, solo tenía buen cuerpo, pero para los oficios de la casa no servía para nada, ni para freír un huevo. Así que al pobre Lucas le tocó ser amo de casa.

Lo que no se esperaba Ana era que Lucas se podía fijar en otra mujer. Ella se sentía seguro, pues por ella se morían casi todos los del barrio. Además, Ana siempre fue el motivo de que muchas relaciones terminaran, así que nadie la destronaría. Eso pensaba hasta que se le viró la tortilla. Lucas la quemó y con la más fea del barrio, Juliana.

Juliana vengó a todas esas mujeres de las cuales Ana se rio en el pasado. Y no tardó ni meses cuando Lucas la dejó y se fue a vivir con su amante, que no era tan agraciada, pero lo respetaba y lo trataba bien.

Los comentarios no faltaron. ‘Ahí va la quita marido y mira ahora la dejaron y por una más fea; algo debe tener la fea que no tiene ella; bien hecho', eran parte de los comentarios que hacían los vecinos cada vez que Ana daba la espalda. Ella solo agachaba la cara.

Aprendió que el que la hace la paga tarde o temprano y desde entonces dejó de fijarse en los maridos ajenos.

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