Amor malo

El amor se hizo para dos nada más, lo demás es basura.
  • martes 28 de marzo de 2017 - 12:04 AM

La venda y la idiotez que yo tenía con mi exmujer se me cayeron la tarde en la que ella me llamó vuelta el diablo para reclamarme un bochinche de camino, en el que se me acusaba de haberme burlado de su nuevo marido, precisamente el infeliz por el que ella me cambió.

No niego que el corazón se me aceleró un poquito cuando vi su llamada, a pesar de los tres años de abandono, mi alma y todo lo que me dejó Dios para hacerla feliz seguían esperándola. ‘Ya te llamará, esa calentura se le pasa pronto, ella nunca va a encontrar otro que la ame y la trate como la trataste tú en los doce años de casados', me decían los que me estimaban y les dolía ver mi sufrimiento, casi agonía, en el que yo quedé cuando Lety me dejó sin compasión, sin mirar atrás ni compadecerse de mi llanto aquella noche de luna llena en la que la vi irse tan tranquila como si no hubiera significado nada la docena de años juntos, durante los que trabajé duramente mientras ella se quedaba en la casa como una reina, apenas recibía mi pago se lo llevaba intacto, ni para una cerveza le pellizcaba.

Pero así es la vida, apenas aparece otro u otra, queda uno sufriendo y los otros dos, felices. El amor se hizo para dos nada más, lo demás es basura. En esta vuelta me tocó a mí quedar del lado del sufrimiento, y apenas Lety llamaba, siempre para pedirme plata, yo le contestaba y me derramaba de amor y de ternura para complacerla.

Pero esa vez, esa tarde dichosa, apenas yo dije ‘aló, mami, mi reina bella', no me dejó terminar, enseguida me gritó: ‘Qué ch… te pasa a ti, infeliz, mamón, poco hombre, arrastrado y babieco, no vuelvas a burlarte de mi marido o te vas a arrepentir, etc.'.

Yo me aguanté la andanada verbal sin interrumpirla, extrañado del reclamo. Cuando le pregunté la razón de tanta ira, me salió con que le habían dicho que yo fui quien más festejó la orinada y los tres cafás que le metió a su man una doña que llegó a la fiesta en la que este participaba. Yo me negué rotundamente, porque así era, pero Lety no paraba de gritar: ‘Tú te estabas burlando cuando la vieja esa le pegó y también cuando mi marido se orinó en la ropa, pero yo me las voy a cobrar…'.

No la dejé terminar y le cerré el teléfono. Tampoco le contesté las siguientes cien veces que llamó. Al día siguiente salí a comprar un chip nuevo, pero en el camino me la encontré, no venía sola, el nuevo marido la acompañaba. Ella se detuvo y le dijo al infeliz: ‘Allí está, dale para que te respete y no se vuelva a burlar de ti'.

El alfeñique me miró retador, y le contestó a mi exmujer: ‘Deja a esa basura, yo no me ensucio las manos con una cosita así'.

El comentario me sacó todo el rencor guardado en contra de ese infeliz, y le grité, a la par que le pegaba con todo el dolor acumulado, ‘hoy es el día que yo me voy a limpiar las manos contigo, hoy te saco la vida y te vas a mear de nuevo para que aprendas a respetar'; no paré de pegarle hasta que vinieron unos lugareños, atraídos por los gritos de Lety, y me lo quitaron a viva fuerza. Tuve la intención de romperle la boca a ella, pero Lety me leyó el pensamiento y se puso a salvo en los brazos de una de las curiosas que gritaba ‘llamen a los policías que ese hombre está medio muerto'.

Fue ese incidente el remedio que yo necesitaba para curarme del amor malo que le había tenido. El marido pasó sus días en el hospital, pero nada de ella ni de él me interesa ya. Ni cambié mi número tampoco, sencillamente no le contesto ninguna llamada.

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