El problema es que muchos callan

  • jueves 23 de octubre de 2025 - 12:00 AM

Hay quienes piensan que el silencio es sinónimo de pasión, pero el deseo también entra por los oídos. Las palabras tienen el poder de encender, guiar y conectar. Decir lo que te gusta —y lo que no— puede transformar un encuentro cualquiera en una experiencia memorable. En todos lados, y en la cama, la comunicación no mata la magia: la multiplica.

Hablar de placer es una forma de confianza. No se trata de dar instrucciones como si fuera una clase, sino de compartir el camino hacia el disfrute. Un “así”, un “más suave” o un “no pares” pueden marcar la diferencia entre la rutina y el fuego. Y cuando hay sinceridad, cada frase se convierte en parte del juego.

También es importante decir lo que no se quiere. Callar por pena o miedo solo apaga la llama. Muchos fingen placer para no incomodar, pero el deseo no se finge, se construye. Si ambos se escuchan, descubren nuevos ritmos, zonas y fantasías que quizá estaban dormidas.

El sexo, al final, es un diálogo de cuerpos y palabras. La voz puede ser tan erótica como una caricia, y una confesión susurrada al oído puede estremecer más que cualquier movimiento. En la cama, hablar no es romper el encanto: es hacerlo durar.