Cuando la presión juega en tu contra en la intimidad

  • martes 26 de agosto de 2025 - 8:45 AM

Un lector me preguntó sobre la presión de rendir en las relaciones y las consecuencias negativas que eso genera en la pareja.

Es muy común la ansiedad al momento del sexo, y eso puede bloquear el deseo, hacer que la erección falle o que el orgasmo se retrase. No significa que seas menos hombre ni que hayas fallado; significa que tu cuerpo y tu mente están bajo presión, y eso es totalmente normal.

El primer paso para superar este miedo es cambiar la perspectiva. El sexo no es una competencia ni un examen de rendimiento. No se trata de durar más, de llegar primero o de cumplir un tiempo específico; se trata de disfrutar, conectar y entregarte a tu pareja. Cuando transformas la ansiedad en curiosidad por explorar el placer juntos, tu cuerpo responde mejor y el encuentro se vuelve más intenso.

La respiración es tu aliada. Respirar profundo y pausado ayuda a relajar los músculos y reducir la tensión. Antes de la penetración, dedica tiempo a los juegos previos: besos, caricias, masajes y susurros al oído. Esto no solo aumenta el deseo, sino que te permite sentirte seguro y en control. Incluso puedes practicar pausas estratégicas durante el acto, alternando el ritmo y concentrándote en cada sensación, sin obsesionarte con el final.

Otro consejo es conocer tu cuerpo y tus límites.

Finalmente, habla con tu pareja. La comunicación es clave: compartir tus miedos y necesidades no te hace menos, te hace humano. La complicidad, el respeto y la confianza construyen encuentros mucho más placenteros que cualquier récord de duración. Recuerda: tu pareja valora la entrega, la atención y la pasión que pongas, no los minutos que dure la penetración.

En resumen, querido lector, relájate, disfruta y deja de medirte con estándares imposibles. El sexo es un baile de cuerpos y emociones, no un examen cronometrado. Aprende a gozar el momento, explora, experimenta y confía: cuando dejas la presión de lado, el placer se vuelve mucho más intenso y duradero.