La niña que ya no juega:  fue violada, es madre y sus atacantes pagarán poco en prisión

Dio a luz hace un año a un niño, al que cuidan sus padres y su abuela en una región al este de Rabat.
  • jueves 06 de abril de 2023 - 10:59 AM

La sentencia por un caso de violación en perjuicio de una niña de 13 años , que posteriormente quedó embarazada  que tiene en vilo a Marruecos. Sus victimarios viven a unos cuantos metros de su casa en Rabat.

S., tenía solo 11 años, cuando fue violada repetidamente por tres hombres, quedó embarazada y tuvo un bebé. Superado el miedo a las represalias, su padre denunció, pero la sentencia dictada hace unos días cayó como un ladrillo: entre un año y medio y dos años de cárcel para los tres agresores.

La resolución que condena a Karim A. (36 años), Abdeluahed B. (29 años) y Yusef Z. (22 años y sobrino de Karim) ha levantado la indignación en el país y encendió la alarma del problema endémico de la justicia contra los violadores.

La ley marroquí estipula entre 5 y 10 años de cárcel para este delito, que eleva a entre 10 y 20 si la víctima es menor y hasta 30 si pierde su virginidad. Este último es el caso de S., pero un tribunal de Rabat aplicó tres atenuantes y redujo la condena a la mínima expresión.

S. dio a luz hace un año a un niño, al que cuidan sus padres y su abuela en una región al este de Rabat que vive, a duras penas, de la agricultura y la ganadería. Su familia cultiva un par de hectáreas con patata, calabaza y cereales cerca de un río casi seco.

"(Los violadores) venían para ver a mi padre. Agredieron a la niña. Cuarenta días después de morir mi padre, fui al mercado y un hombre me contó la historia. Me mareé, no sabía qué decir. Es una niña pequeña que no sabe", dice.

Cuenta que dos de los agresores viven a 30 metros de su casa. Son Karim y Yusef, tío y sobrino, que han visto a S. crecer. La madre de Karim, dice Mohamed, era prima de su padre. El tercer violador vive a 400 metros.

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S., dice Mohamed, ya no es la misma. "No sabe si es niña o adulta, vive en un vacío. No quiere jugar con sus hermanos". Y ha empeorado desde la sentencia, que hoy se comienza a revisar en un tribunal de apelación de Rabat.

Mohamed llegará al final pidiendo justicia para su hija. Fue él quien denunció, pasando por encima del miedo. "La familia de ellos me presionó para no ir a la policía, pero no acepto la sentencia, no quiero que se repita. Lo hago por mis hijos y los hijos de los demás".

El caso de S. remueve al país y el ministro de Justicia, Abdelatif Uahbi, ha prometido penas más duras. Pero para plataformas como Masakatch, el problema empieza por los policías, fiscales y jueces.

Según Loubna Rais, una de sus miembros, en Marruecos hay extendida una "cultura de la violación" que "no se para a las puertas de los tribunales", donde se "banaliza la violencia que sufren las mujeres y niñas, se minimiza su sufrimiento". "Si se aplicaran las penas tal y como están previstas en la ley, ya sería un logro", opina.

La abuela de S., vestida con bata rosa y delantal, teme el momento en que los violadores salgan de la cárcel. "S. les tiene mucho miedo. Se morirá de un infarto o se tirará a un pozo si los ve", asegura.

La niña, dice, está bien porque desde hace cuatro meses estudia para ser peluquera en Tiflet, gracias a la ayuda de la asociación Insaf. "Quiero trabajar en un salón", confirma ella esperanzada, esbozando una sonrisa.

Lejos de sus oídos, preguntada por lo que pasó, la cabeza de la abuela se va directa a cuando nació su bisnieto, un pequeño vivaracho, de ojos grandes, "vergonzoso" y al que le encanta jugar.

Ese día, explica sonriendo, entre lágrimas y mirando al cielo, volvió la electricidad a la aldea después de un año sin corriente. "Es como si nos hubiera traído la luz".

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