Mató y sostuvo relaciones sexuales con cadáveres

Manuel Delgado Villegas, ‘El Arropiero', es considerado el mayor asesino de la historia criminal de España
  • domingo 21 de noviembre de 2021 - 12:00 AM

Manuel Delgado Villegas estuvo 22 años en un centro psiquiátrico por haber cometido, supuestamente, más de 48 homicidios tanto en su país natal, España, como en el extranjero.

Es considerado el mayor asesino de la historia criminal de España.

Los crímenes de este hombre, conocido con el apodo de ‘El Arropiero', se descubrieron a raíz de que el 18 de enero de 1971 fue hallado entre la maleza el cuerpo sin vida de Antonia Rodríguez Relinque en el puerto de Santa María, después de que sus familiares denunciaran ante las autoridades su desaparición. La víctima, que sufría cierta discapacidad mental, era novia de Villegas.

Al ser llevado ante la policía como sospechoso, terminó confesando que no solo había matado a Antonia, sino a otras 48 personas más. La policía no le creyó, pero probaría que era autor de siete crímenes, aunque pudo haber matado a 22 personas.

Inclusive se dice que practicó la necrofilia (mantener relaciones sexuales con alguno de los cadáveres).

Villegas, tras ser detenido estuvo 22 años en un centro psiquiátrico del penal, hasta que falleció en 1998 a causa de una enfermedad pulmonar causada por un exceso de consumo de tabaco.

Su vida

Villegas, de acuerdo a su biografía, nació el 25 de febrero de1943 en Sevilla, España y su madre falleció al dar a luz, por lo que fue criado por sus abuelos.

Su padre se ganaba la vida vendiendo golosinas caseras hechas con arrope, una especie de líquido dulzón, negruzco y espeso que hacía con higos, de allí el apodo que le pusieron.

A pesar de que asistió a la escuela nunca aprendió a leer ni a escribir.

A los 18 años ingresó en la Legión, donde además de iniciarse en el consumo de marihuana, comenzó a padecer ataques epilépticos (nunca se supo si fingidos o no) que le sirvió para ser declarado no apto para el servicio militar.

A partir de entonces se dedicó a recorrer la costa mediterránea ejerciendo la mendicidad, robando en las casas de campo y acostándose con prostitutas y homosexuales.

Fue detenido varias veces por la policía, pero nunca estuvo detrás de las rejas.

Alguno de sus crímenes

A los 20 años, en 1964 cometió su primer asesinato. Él lo recuerda de esta manera: "Vi un hombre dormido apoyado en un muro. Me acerqué a él muy despacio y, con una gruesa piedra que cogí cerca del muro, le di en la cabeza. Cuando vi que estaba muerto, le robé la cartera y el reloj que llevaba en la muñeca. ¡No tenía casi nada y el reloj era malo!"

La víctima resultó ser un cocinero que había ido a la playa a recoger unos saquitos de arena para la cocina y se acostó a dormir un rato. Nunca despertó.

Tres años después de ese crimen, el 20 de junio de 1967, ‘El Arropiero' acabaría con la vida de una joven francesa de 21 años identificada como Margaret Helene Boudrie en Ibiza, en una casa abandonada.

La víctima, según las investigaciones, cumplía ese día y había asistido con un norteamericano a una playa. Este intentó mantener relaciones sexuales con ella, pero como la chica se negó, se fue y la abandonó.

La casualidad hizo que "el Arropiero" le viera salir y, pensando que era un ladrón, intentó imitarle, encontrándose con la hermosa joven dormida, para luego matarla.

Su siguiente víctima resultó ser un hombre a quien le propinó un golpe de karate y cuyo cadáver tiró al río Tajuña. El pobre hombre fue hallado sin pantalones ni calcetines. "Lo maté porque le vi en compañía de una niña a la que trató de violar", le diría a las autoridades.

Y así siguió con una estela de muerte y sangre hasta que fue atrapado.

Psicópata

Tras ser detenido, Villegas fue internado en un centro psiquiátrico, donde los expertos, tras analizarlo, determinaron que era poseedor de la trisomía sexual XYY que lo hacía ser un tipo agresivo llegando a matar. Cuando no mataba dicen que se comportaba como un niño, pero cuando cometía un asesinato se volvía un hombre despiadado que no le importaba con el sufrimiento de sus víctimas.

Durante las dos décadas largas de internamiento fue sometido a tratamientos por diversos expertos. A consecuencia de ello jamás volvió a mostrarse violento con otros enfermos.

Cuentan que con el paso de los años encerrado en el psiquiátrico, Villegas se transformó en un hombre de cabello oscuro encanecido, rostro ajado y diabólico, ojos azules como el mar, fríos como el hielo y penetrantes como el acero.

"No he matado a nadie…", susurraba a quien quería escucharle.

Tras el cierre del psiquiátrico penitenciario de Carabanchel prosiguió su internamiento judicial en el sanatorio alicantino de Foncalen. Posteriormente fue liberado, pero murió a los pocos días.