El hombre que murió por vender su camioneta

El principal

sospechoso del crimen era un joven heredero multimillonario

  • domingo 27 de abril de 2025 - 1:00 AM

Era una tarde de mayo en una tranquila comunidad. Tim Bosma, de 32 años, esposo y padre de una niña pequeña, se preparaba para encontrarse con dos hombres que habían mostrado interés en comprar su camioneta que había puesto en venta a través de internet. Lo que parecía una transacción rutinaria terminó convirtiéndose en uno de los crímenes más perturbadores en la historia.

Tim salió de su casa acompañado por los compradores, supuestamente para una prueba de manejo. Horas después, su esposa, Sharlene, desesperada, denunció su desaparición. Lo que nadie sabía en ese momento era que no regresaría jamás. Y peor aún: los hombres que subieron con él a la camioneta no eran compradores, sino asesinos con un historial oscuro que apenas comenzaba a salir a la luz.

El principal sospechoso era Dellen Millard, un joven heredero multimillonario. Millard había recibido una fortuna tras la muerte de su padre, dueño de una compañía aérea canadiense. A pesar de haber crecido rodeado de lujos, Dellen mostraba señales inquietantes: había abandonado la universidad, tenía pasatiempos extravagantes y había comenzado a mostrar un comportamiento cada vez más errático y violento.

Millard contactó a Bosma a través del sitio web de compra y venta de vehículos, acompañado por su amigo Mark Smich, un aspirante a rapero con antecedentes menores. Lo que buscaban esa noche no era una camioneta: era matar a alguien.

El crimen planeado

Lo más escalofriante del caso es que no fue un asesinato impulsivo. Los fiscales revelaron que Millard y Smich ya habían ensayado esta escena antes. Solo una semana antes, habían hecho lo mismo con otro vendedor, quien por suerte no fue atacado. Esta vez, Tim Bosma no tuvo la misma suerte.

Durante la prueba de manejo, los asesinos le dispararon en la camioneta, sin provocación. Luego lo llevaron a la granja de Millard, donde había instalado un incinerador industrial conocido como “The Eliminator”. Allí, despojaron a Bosma de toda dignidad humana y lo quemaron hasta reducirlo a cenizas.

La desaparición de Tim causó una movilización nacional. Amigos, familiares y voluntarios salieron a buscarlo. Las redes sociales estallaron con el hashtag #FindTimBosma. Pero lo que encontraron fue peor que cualquier final imaginado: restos óseos calcinados en la granja de Millard.

Los investigadores también encontraron el incinerador aún caliente, indicio de que había sido usado recientemente. Millard fue arrestado, y poco después, también lo fue su cómplice, Mark Smich.

La caja de Pandora

Una vez dentro del sistema judicial, el caso dio un giro aún más macabro. Las autoridades comenzaron a escarbar en el pasado de Millard... y lo que encontraron parecía salido de una novela de horror.

Millard ya era sospechoso de la misteriosa muerte de su padre, Wayne Millard, quien había sido hallado con un disparo en la cabeza en 2012. En su momento, se trató como un suicidio. Sin embargo, con la investigación del caso Bosma, se reabrió el expediente, y pronto quedó claro que Dellen había asesinado a su propio padre para quedarse con la herencia y el control de la empresa familiar.

Pero no paró allí

Otro caso sin resolver, la desaparición de Laura Babcock, una exnovia de Millard, volvió a cobrar vida. Laura había desaparecido en 2012, y su celular dejó de emitir señal cerca de la misma granja donde Bosma fue asesinado. Aunque su cuerpo nunca fue recuperado, Millard y Smich fueron declarados culpables del homicidio, basado en evidencia digital que los colocaba en el lugar y con la misma máquina incineradora como testigo silencioso.

Poder y frialdad

Dellen Millard usó su dinero, sus conexiones y su inteligencia no para construir una vida mejor, sino para destruir otras. Era meticuloso, frío y calculador. A diferencia de muchos asesinos impulsivos, él planeaba cada detalle, desde los mensajes para contactar a sus víctimas, hasta la manera en que eliminaría cualquier rastro.

Incluso después de ser arrestado, se mostró arrogante. Representó su propia defensa durante uno de los juicios, intentando manipular el sistema. Pero la evidencia era abrumadora. Fue condenado a cadena perpetua sin posibilidad de licondicional hasta cumplir al meos 75 aos tras las rejas.

El impacto fuera de las fronteras

El asesinato de Tim Bosma sacudió profundamente a Canadá. Era el tipo de crimen que nadie espera en un país que presume de su seguridad. Pero más allá del horror, la historia de Tim conmovió por su humanidad. Era un hombre común, amable, trabajador, que solo quería vender su camioneta para hacer espacio en su hogar.

Su viuda, Sharlene Bosma, se convirtió en una voz poderosa en los juicios, enfrentando cara a cara a los asesinos. Su testimonio y su entereza pusieron un rostro humano al dolor de una familia destrozada.

Este caso se convirtió en una advertencia sobre los peligros de las ventas por internet y el encuentro con desconocidos. A partir de entonces, la policía canadiense y otras agencias en América del Norte lanzaron campañas para promover transacciones en lugares públicos o estaciones de policía, donde las personas puedan estar seguras.

El nombre de Tim Bosma quedará grabado no solo como una víctima, sino como símbolo de un país que, aunque seguro en comparación con muchos otros, no está exento de monstruos ocultos tras rostros amables... o cuentas bancarias millonarias.

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