Asesinaron a sus víctimas y luego los enterraron en bosques o patios
- domingo 24 de noviembre de 2024 - 12:00 AM
A lo largo de la historia los asesinos, muchas veces, para no ser descubiertos, han terminado enterrando los cadáveres de sus víctimas. En Panamá ha habido varios casos de esta naturaleza.
Historias macabras ha recogido algunos de estos casos espeluznantes ocurridos en los últimos años.
El 4 de diciembre de 2014, los restos humanos de Edgardo Alberto Loiza, de 17 años, fueron hallados semienterrados en un área boscosa del sector de La Paz, en Guna Nega, corregimiento de Ancón.
El chico había sido reportado como desaparecido a finales de noviembre hasta que cerca de las 4:30 de la tarde del 4 de diciembre, su abuelo sintió malos olores cerca de un maizal y al ir a investigar se encontró la macabra escena.
El cuerpo de su nieto tenía múltiples puñaladas y estaba dentro de una bolsa gris a unos 300 metros del lugar donde se ubicaba su residencia.
Los familiares manifestaron a la policía que desconocían el motivo que causó su desaparición y la posterior muerte del adolescente.
La tarde del jueves 4 de junio de 2015 fueron ubicados los restos de un menor en una zona boscosa del sector de María Henríquez en el corregimiento de Las Cumbres. El cuerpo presentaba varios balazos y puñaladas.
El menor residía en una comunidad cercana al sitio donde lo hallaron y tenía 10 días enterrado.
Esa misma semana de junio de 2015, el cuerpo de un colombiano fue hallado amarrado de pies y manos en la vía que conduce a la playa Gusano Barrenador, en Pacora, donde los moradores vieron una pierna humana que salía de la tierra.
El individuo presentaba una herida de bala en su anatomía y desde hace varios días estaba desaparecido. Con anterioridad se habían recibido llamadas a las autoridades de que en esa zona estaban enterrando cuerpos.
enterró a su mujer
Silvia Rodríguez, de 30 años, vivía en El Pedernal, una comunidad de Santiago de Veraguas, tras separarse del padre de sus tres hijas menores. Esperaba un compañero que le ayudara a salir adelante. A finales de abril de 2014, Eli, como le llamaban sus familiares y amigos, recibió la llamada de Melquiades Suárez, de 23 años, un viejo pretendiente.
-Vente a vivir conmigo, yo te ayudo con tus hijas, vamos a vivir bien – le propuso.
Así lo hizo Eli. Recogió sus ropas y se fue con sus tres hijas, una de 14 años, a la casa de Melquiades, ubicada en la comunidad de Esperanza Arriba, en Felipillo, corregimiento de la 24 de Diciembre.
Eli pensó que Melquiades iba a darle el amor y la protección que tanto necesitaba, pero fue todo lo contrario, fue su sentencia de muerte, pues tras varios meses de vivir con él, el hombre la asesinó y la enterró en la parte trasera del cuarto de alquiler donde residía.
Su hija más pequeña, de 7 años, fue testigo del crimen y cómo el asesino la enterraba.
Todo se descubrió cuando la pequeña fue hallada deambulando por las calles en altas horas de la noche y los vecinos llamaron a la policía. ¿Dónde estaba la madre? Hace 15 días que no la veían.
La niña les señaló lo que había visto y la policía llegó a la residencia, pero solo encontró a las otras niñas. El asesino no estaba, ni siquiera se había presentado a su trabajo, se había mudado a un cuarto cercano.
Los agentes requisaron la vivienda y hallaron enterrada a Eli. El 30 de mayo de 2019, el asesino fue capturado y posteriormente condenado a prisión.
El nicaraguense nacionalizado estadounidense , Fermín Valle, ingresó a Panamá el 16 de diciembre de 2023 a través de Paso Canoas, por vía terrestre desde Nicaragua, pero fue reportado como desaparecido por su hija en enero del 2024.
Posteriormente, su cadáver fue hallado enterrado en la parte trasera de la vivienda donde vivía una pareja de nicaragüenses.
El hallazgo ocurrió cuando una niña del lugar observó a un perro comiéndose la cabeza de una persona. Cuando la policía llegó al sitio, hallaron los restos de Fermín en descomposición sepultados en la vivienda.
Por este crimen dos personas fueron detenidas y tras ser juzgados están pagando pena.
Uno de los casos más recientes ocurrió a principios de noviembre de 2024, cuando fue descubierto en una zona boscosa de la comunidad de Cativá, en Colón, el cadáver enterrado de Moisés Cokburn, un estudiante de 16 años del colegio Rufo A. Garay, que estaba desaparecido desde finales de octubre. Lo mataron a bala .