Vidente dice saber qué le pasó a las holandesas

Las ve atrapadas en una cueva que no se distingue desde el sendero principal
  • lunes 19 de mayo de 2014 - 12:00 AM

PARANORMAL

Pocos creen que la clarividencia sea posible. Además, es muy delicado usar en público estos recursos extremos cuando se tiene entre manos un caso como la desaparición de las turistas holandesas Lisanne Froon y Kris Kremers.

Pero cuando los helicópteros, los montañistas y hasta los perros sabuesos no funcionaron, algunos creyeron que tal vez los talentos de un vidente no harían daño.

Eso ocurrió la semana pasada, cuando un grupo de gente preocupada se internó en la montaña, equipados solos con su fe.

Al frente iban dos hombres: un guía que conoce el lugar como la palma de su mano, y un vidente, quien, si bien nunca había estado en esos parajes, los traía dibujados con una fidelidad que dejó a muchos con la boca abierta.

El vidente

Al día siguiente de la desaparición de las jóvenes holandesas, en uno de los senderos de Boquete, un hombre, a casi 42 kilómetros de allí, en un pueblo al occidente de la provincia de Chiriquí, tuvo una visión sobre lo que estaba pasando con esas muchachas.

Este hombre, a quien llamaremos Horacio para ocultarle la identidad según su pedido, no conocía la noticia de las holandesas cuando tuvo la visión.

Él solo veía dos muchachas, sentía su miedo, y en su mente aparecían las imágenes de ambas huyendo.

Estaba participando de un grupo de oración cuando, de pronto, entró en lo que se conoce como ‘canalización’, que no es más que recibir información extrasensorial.

Vio a dos chicas, una rubia y otra de cabello más oscuro. Una alta y otra de menor estatura. Las ve ‘rompiendo monte’, es decir, no por el sendero oficial. Corrían asustadas. Algo o alguien las había llenado de terror.

Durante la huida, la más pequeña, de cabello oscuro, cae por un acantilado, y cuando la rubia intenta ayudarla, también se precipita monte abajo.

Según la información que recibe el vidente, la de cabello oscuro está herida, se ve manchada de sangre, y debido a la lesión no puede moverse. Las ve a ambas en posición horizontal.

¿Pero dónde están?

Algo que hizo Horacio apenas ‘recibió’ esta información (que para él viene de Dios), fue poner todo lo que ‘llegaba’ por escrito.

Hizo croquis, describió paisajes y situaciones. Todo lo tiene en un legajo de unas 12 páginas, todo hecho a mano.

La información que ‘bajó’ es que ellas caen en una especie de acantilado de lajas, entre dos partes montañosas que se unen.

Abajo, en el vértice de ese barranco, hay una especie de cueva. Si te asomas desde arriba no se pueden ver, pero si lo haces desde abajo se verán muy bien.

Horacio señala que, en sus visiones, ve a dos grupos de búsqueda pasando muy cerca, pero no las pudieron ver por las condiciones del terreno.

Nadie le hace caso

Cuando saltó la noticia de que dos holandesas habían desaparecido, fue cuando Horacio entendió que sus visiones trataban sobre ellas.

Viajó desde su pueblo hasta Boquete e intentó contactar a la Policía, al Ministerio Público, e incluso, al embajador de Holanda.

Todos lo ignoraron. Él dice que durante dos días lo tuvieron en una oficina, desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde, pero nadie se fijó en sus papeles.

Solo un cabo de la Policía se interesó en el relato y, según Horacio, ese uniformado subió a la montaña y, siguiendo el croquis producto de la visión, encontró un cartucho con rastros de ‘snacks’, la lengüeta de una zapatilla y un cabello rubio, tal como había predicho el vidente.

Misteriosamente, el cabo fue trasladado a otro pueblo luego de que entregó las ‘pistas’, sobre todo, cuando dijo cómo había dado con ellas.

Investigadores privados

Cuando todos sus intentos cayeron en saco roto, una hermana de Horacio llamó a Panamá a un amigo que es investigador privado.

El investigador escuchó la inverosímil historia y aceptó viajar a Chiriquí.

Pero no lo hizo solo. Contactó a un experto en computación que cuenta con equipos especiales para captar sonidos de baja frecuencia, y otro para detectar calor en condiciones de frío extremo.

Así fue que se mezcló la tecnología de punta con el don de la clarividencia, algo que algunos interpretan como desesperación por la recompensa ofrecida.

En el campo

En el equipo de búsqueda, también iba un fotógrafo, un escéptico, quien dice haber subido a la montaña sin mucha convicción, pero allá arriba se encontró con algo que no pudo capturar con su cámara: el talento paranormal de Horacio.

Según cuenta el fotorreportero Albín García, Horacio era de poco hablar. Solo abría la boca cuando tenía algo que decir sobre el caso: una nueva visión que le llegaba, una corrección en el camino, un vaticinio sobre lo que encontrarían más allá de aquella pendiente adelante (y justo así fue que encontraron ‘cosas’).

Horacio sabía de caminos que nunca antes había pisado, pero sus visiones no alcanzaron para llegar hasta donde, dice ver, están las muchachas.

El monitor de bajas frecuencias resultó inútil en esa montaña donde el viento ruge con rebeldía y apaga todas las voces.

Pero eso sí, todos escucharon gritos y sonidos que no son de animales, sintieron ese aroma frutal que les hizo pensar a todos que algo sobrenatural les estaba anunciando cierta presencia. Les dice que ‘algo’ o ‘alguien’ está ahí.

TESTIMONIO

El fotógrafo Albín García fue contactado por las personas que conocen al vidente Horacio. para que se uniera al grupo de búsqueda, y se pudiera llevar un registro fotográfico de lo que ocurriera. Él dice haber subido incrédulo. Pero bajó diferente.

¿Qué viste que te impresionó?

Ese señor (Horacio) no hace alarde de nada, casi siempre estuvo en silencio, y a veces se detenía para ponerse de rodillas sobre un pequeño tapete azul que llevaba, y en esa posición parece que se conectaba, y obtenía algo que nos soprendía.

¿Por qué los sorprendía?

Porque hasta el guía, que conoce ese lugar muy bien, quedaba impresionado con las descripciones que Horacio hacía, cómo que se adelantaba a los hechos y sabía qué encontraríamos más adelante.

¿No pudo ser casualidad; algo de este mundo, y no del ‘más allá’?

Yo fui testigo de sus meditaciones, momentos de los que salía iluminado y con nueva información. Siempre era algo certero.

¿Qué fue lo último que vio?

Ayer le pregunté eso, y me contestó con una frase misteriosa: ‘ojalá esas muchachas estén tomando mucha agua’. No sé que quiso decir.

¡Pero no encontraron a las chicas!

Es cierto, no pudimos llegar hasta ellas.