La reinvención del profesional del derecho
- miércoles 21 de diciembre de 2022 - 12:00 AM
Inicié mi carrera de derecho en 1989, cuando todos los trabajos eran confeccionados a máquina y en el mejor de los casos en las ‘nuevas máquinas eléctricas'.
Los juzgados y fiscalías contaban con máquinas de escribir manuales ‘Underwood'.
Los estudiantes de primer año de derecho nos apoyábamos en personas que nos pasaban los trabajos que serían presentados a los profesores.
Sin excepción, todos habíamos cumplido con las clases de mecanografía en la secundaria. La gran preocupación, de la época, eran los errores que se cometían al momento de utilizar la máquina de escribir; un error podría ser letal, toda vez que se comprometía la hoja entera y había que repetirla nuevamente.
La única esperanza era el ‘liquid paper' inventado por Bette Nesmith Graham (en 1956), la madre del popular guitarrista y cantante, de la banda de rock The Monkees, Michael Nesmith. Esta solución de corrección era práctica, bastante eficiente y podía evitar que los documentos fueran confeccionados una y otra vez.
En 1994, me tocó confeccionar mi tesis de grado, para obtener la licenciatura en Derecho y Ciencias Políticas, en aquel momento, habían llegado las primeras computadoras a las oficinas destinadas a la administración de justicia.
Me encontraba laborando en el Juzgado Noveno de Circuito Penal de Panamá y observaba de manera cautelosa a las escribientes y estenógrafas pasar en limpio gran cantidad de cartas, sentencias y documentos.
Una de las cosas que más me llamó la atención, es que el equipo aumentaba la eficiencia a un 100 %. Los errores se podían corregir en tiempo real, las máquinas contaban con correctores ortográficos y se podían imprimir gran cantidad de documentos. No descansé hasta que ubiqué a una persona que tuviera un equipo de computadora, para que me pasara mi tesis titulada: ‘El Ejercicio Ilegal de la Profesión de Abogado. Su Responsabilidad Penal y Civil'. La experiencia fue en extremo positiva, siendo una de las primeras tesis de grado de la Facultad de Derecho pasada en ordenador.
Posteriormente me trasladé a Bogotá en el 1995, por la Especialización y Maestría; en aquellas épocas la comunicación era a través de carta y teléfono. No obstante, en 1996, tuve acceso a las primeras ‘lap top' y a los correos electrónicos; a través de este mecanismo, logré comunicarme en algunas ocasiones con mis padres. Confeccionamos, nuestra tesis de grado, denominada: ‘Los Procesos de Titularización de Activos en Colombia', en conjunto con mi amigo; Roberto de Araujo, en una computadora portátil. La diferencia en esta oportunidad, fue que nadie la tuvo que pasar en limpio. Otras de las ventajas del equipo es que potencializaba la autogestión.
Cuando arribé a Panamá, en 1997, y empecé a laborar en la Fiscalía Especializada en Delitos Relacionados con Drogas observaba con estupor que gran cantidad de colegas le tenían ‘terror' a las computadoras.
En aquellos años, los casos por delitos relacionados con drogas se habían disparado y era imposible contar con personal dedicado exclusivamente a pasar documentos en limpio. Por el contrario, cada uno de nosotros, tenía que manejarse cubriendo los diferentes roles de una fiscalía (confeccionar escritos, pasarlos en limpio, acudir a las audiencias actuando en oralidad). El sistema mixto inquisitivo, vigente en aquel momento, requería que una enorme cantidad del trabajo fuera realizado por escrito. Los funcionarios que le pedían a otros que pasaran sus documentos empezaban a ser vistos como dinosaurios.
En aquel, ya lejano 1997, llegaron a Panamá los primeros celulares ‘Nokia' y ‘Sony Ericsson'. Parecían ladrillos. La sistematización y digitalización de la justicia, daba sus primeros pasos, se encontraba en pañales. Parecía un sueño lejano, la llamada ‘justicia sin papel'.
Los años fueron pasando y muchos funcionarios, principalmente abogados, se resistían al cambio; por tener su título en mano, consideraban que debían ser titulares de algunos privilegios, como que le pasaran sus documentos.
La verdad era que miraban los equipos de computadoras como un ente extraño. Para 2005, luego de haber sido designado Fiscal Especializado en Delitos Relacionados con Drogas, me tocaba verificar sigilosamente, la nefasta práctica, de que funcionarios utilizaran a sus compañeros para pasar sus documentos; ya para aquellas fechas lo habían ‘subrepticiamente', como si se tratara de ‘dealers', que se dedicaran a la ilícita venta de sustancias al menudeo.
Muchas de estas personas llegaron a su edad de jubilación y se alejaron deliberadamente del sistema; no porque no tuvieran mucho más que ofrecer (en experiencia y capacidad), sino por la resistencia al cambio.
Tomando en consideración, que lo único constante es el cambio y que nuestro país, empezó a conocer masivamente los ordenadores en la década de los noventas; cuando ello era una realidad en los Estados Unidos desde los años sesentas (con equipos enormes que podían llenar cuartos enteros). La era del computador personal había llegado a Panamá.
Cientos de abogados se mantenían en una postura rígida, en lo que a las notificaciones y expedientes se refería. Vociferaban en los pasillos, que no se podía notificar a los juristas por medios no convencionales, como: “correos electrónicos o llamadas de celular”. Con el paso de los años, diferentes acuerdos de la Corte Suprema de Justicia, acordaron reconocer notificaciones, a través de mecanismos no tan formalistas y potenciar la firma digital. Los edictos también son publicados en la página web y la jurisdicción de comercio, sirvió de plan piloto. Todo era válido, para contrarrestar la mora judicial.
Con la entrada en vigencia del Sistema Penal Acusatorio, en la justicia penal, había que dar un paso más allá y fue la activación de la “Plataforma TEMIX”; en la que todo abogado relacionado a causas penales, contaría con un usuario y clave; le serían “vinculadas”, las carpetillas, cuando mantuviera un poder y tendría que hacer sus solicitudes de: audiencias de control de archivos, de admisión de querellas, vulneración de derechos, entre otras peticiones y notificaciones, de manera cibernética.
Los funcionarios en las oficinas judiciales, tienen instrucciones de no recibir peticiones en papel; los abogados tienen que gestionarlas a través de diferentes íconos, que se encuentran dentro de la plataforma del SPA. Luego de fijadas las fechas de audiencia, las notificaciones se ejecutarán por celular o correo electrónico y las sustentaciones en actos de audiencia, en presencia del juez o magistrado, con argumentos en oralidad; haciéndose referencia de manera exclusiva, a los puntos específicos de la solicitud; quedando en el pasado los alegatos interminables, propios del Sistema Inquisitivo. En el periodo duro de la pandemia (la Covid 19), miles de audiencias se realizaron cibernéticamente (plataforma Teams).
En la esfera de la justicia civil, los avances en el año 2022, han sido exponenciales, con la implementación del expediente electrónico; que implica la activación de unas apps, al abogado, que cuenta con su clave y en donde el litigante tendrá acceso a su proceso y los documentos que presente serán inmediatamente escaneados y subidos a la plataforma. Los accesos del abogado, determinaran el conocimiento de las actuaciones desplegadas por el juez y el término correrá por imperio de la ley. La reforma del proceso civil, que está dirigida a liberarlo de formas, hacerlo más oral, se encuentra en sus últimos retoques.
Muchos abogados, que actualmente ejercemos en tribunales, no nacimos como nuestros hijos, con un teléfono inteligente en la cuna; pero la capacidad de adaptación y resiliencia, ha sido la única clave de nuestra sobrevivencia.