Recuerdan a Igwanueginya y a Olotiwi, por sus servicios al 'suaribgan' guna

Igwanueginya y Olotiwi, desempeñaron su trabajo como le fue encomendado por la comunidad
  • miércoles 21 de septiembre de 2022 - 12:00 AM

Son 49 comunidades los que integran la comarca Guna Yala, situada en la franja continental y costera en el extremo oriental de Panamá. Cada comunidad tiene sus propias autoridades que administran y rigen los destinos de sus poblados.

Actualmente, gran parte de las comunidades tienen sus reglamentos, las funciones de una autoridad administrativa y las autoridades propias del pueblo guna, comúnmente referidas como tradicionales. Estos últimos mandos lo integran saglagan, argangan y suaribgan. En este artículo nos ocuparemos de resaltar suaribgan.

Suaribgan son las personas que ostentan el cargo de ser el colaborador directo del sagla, estar a su disposición, en sus quehaceres diarios está el impone orden dentro y fuera del onmaggednega (congreso local).

Entre sus manos lleva un palo corto con diseños que lo faculta a ejercer el cargo, representa su autoridad y lo distingue de los demás en el recinto. Con ello convoca a las reuniones y a escuchar los cantos y mensajes de saglagan. Su presencia y ejercicio también se extiende en toda la comunidad.

Sus orígenes son históricos. Desde la creación de los congresos generales de los tiempos contemporáneos ya se había elegido a un gran Suaribed en toda la comarca desde mediados del siglo XIX.

El liderazgo, mando y carácter de suaribmalad ha variado un poco, aunque sus funciones siguen siendo las mismas, su proyección e imposición de disciplina social y comunal ha bajado de intensidad al paso del tiempo. Entre los años 40 y 50 sus figuras estaban bien definidas socialmente.

De tantos hombres que han ocupado el cargo a lo largo de las comunidades recordemos solo a dos que nos sirve de referencia: En Sasardi Muladub vivió para esos años un suaribed de nombre Igwanueginya. Mientras que en Yandub se acuerda a Olotiwibibbiler, ambos contemporáneos de dos pueblos distantes, pero fueron criados y educados por los grandes abuelos que les impregnaron cualidades y carácter para imponer orden y amor a su identidad.

Igwanueginya y Olotiwi, desempeñaron su trabajo como le fue encomendado por la comunidad. Vigilaban las veredas de su respectivo pueblo, estaban al servicio de la autoridad del sagla y peinaban las costas con tal de que ningún chiquillo estuviese bañándose en el mar, y si encontraba a uno o más nadando, de inmediato daban su voz de alerta. Con la ortiga en mano se cercioraban de que los bañistas subieran y regañados eran devueltos a sus casas. Si los más osados no acataban la orden de Igwanueginya ni de Olotiwi, se metían al agua para sacarlos, y si estos se alejaban de las costas para esquivarlos, ambos suaribmalad echaban un bote al agua para buscar los indisciplinados y darles una lección.

En caso de ser necesario les dan unos ortigazos, estos al llegar a sus casas no eran capaces de indisponer a Igwa y a Olotiwi, pues saben que volverían a ser regañados, esta vez por sus padres con la frase ‘Duggin be sadi' (te lo buscaste y bien merecido).

Estos dos hombres de la cultura tenían el control de disciplina, sin embargo, en las últimas décadas se ha relajado con el paso del tiempo, y los padres cambiaron su discurso y son más sobreprotectores.

La mística del cargo del suaribed sigue siendo igual y está presente en la tradición y sociedad guna, pero el rol de sus funciones ha variado un poco. El pueblo guna recuerda a Igwanueginya y a Olotiwi como un legado a su cultura.

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