¿Quién cuida al que cuida?...una opinión
- martes 19 de abril de 2022 - 12:00 AM
La vida y la salud son los principales bienes patrimoniales de la humanidad. La custodia de la salud pública, deber esencial del Estado, exige conciencia, competencia, organización, participación ciudadana y evaluación permanente; para lo cual, además, es indispensable una rectoría científico-técnica idónea.
La improvisación, inherente a la politiquería, propicia la corrupción y favorece el deterioro progresivo del sistema sanitario hasta su absoluta inoperancia, como ha ocurrido aquí. La calidad no se alcanza con propaganda ni proclamas, sino a través de planificación y ejecución de programas de gestión de calidad total, con un recurso humano calificado, con financiamiento apropiado, autonomía operativa y compromiso social. De aquí que, con una administración subordinada, donde prima la incompetencia y la improvisación, no sorprende la ‘aprobación' de un ‘contrato', aberrante y lesivo, de acceso ‘legalmente' restringido, que obliga al Estado a renunciar a reclamos de indemnización por daños o perjuicios asociados al uso de un biofármaco, de carácter experimental, autorizado solo para uso de emergencia, de comprobada ineficacia y ligado a innumerables efectos adversos.
En medio de este escenario, con autoridades nominales, cualquier disparate es factible, como pasa con el empecinamiento de inocular a los menores de edad, desconociendo que, no la necesitan, porque la infección con el agente SARS-CoV2 activa en ellos la inmunidad pre-existente y ésta es superior a la inducida y sin los riesgos ya conocidos. Situación solo comprensible si existiera alguna entidad externa, capaz de imponer su agenda; sin importar que haya personal íntegro, con probidad profesional y experiencia, pero marginados de las decisiones técnicas; que saben que el biofármaco en cuestión, fue autorizado SIN registro sanitario; productos para los cuales es imprescindible estricta rigurosidad por cuanto a caducidad, trazabilidad de la cadena de frío y manejo, que no admite improvisación. Aunque la mayoría de los profesionales del sector salud, frente al deber supremo de preservar la vida y la salud, no dudarían en actuar de manera responsable, debemos recordar que hay varios precedentes de autoridades venales, que prefirieron encubrir delitos de mala práctica, a pesar de la magnitud del daño causado, como pasó con el envenenamiento masivo por dietilenglicol, con las muertes neonatales, las asociadas a la bacteria KPC; médicos espurios, incluyendo ‘especialistas', con errores diagnósticos garrafales. etc. Con mayor razón ahora, cuando los cómplices y beneficiarios del fraude científico del siglo XXI, disponen de recursos financieros ilimitados, apoyo administrativo y de comunicación, para imponer sus inconfesables propósitos.
De manera tal que debemos sacudirnos el marasmo y estar alertas, no sea que los cuidadores, ocupados en sus tareas, comprometan aún más, la vida y la salud de la población que deben proteger. En medio de tanta corrupción, impunidad y autoritarismo, urge debatir el escenario integralmente, identificar el Sistema y consensuar un nuevo pacto social, en vez de solo reemplazar a los cuidadores de los intereses de quienes engañan para perpetuarlo ... ¿usted qué opina?