En nutrición: El todo es más que la suma de sus partes

Entonces me viene a la cabeza la pregunta: ¿por qué estamos tan obsesionados con adelgazar, tan obsesionados con la comida?
  • martes 13 de diciembre de 2022 - 12:00 AM

El pionero Arnold Ehret, irónicamente, dijo alguna vez que ‘la vida es una tragedia de la Nutrición'. Esto fue hace más de cien años, pero su declaración sigue siendo tan válida como en el pasado.

‘¡No comas arroz en las noches, que te vas a engordar!', ‘comer huevo todos los días es malo', ‘el té con limón en ayunas te ayuda a adelgazar, lo vi en un canal de Youtube', ‘la leche es inflamatoria', y más frases como estas nos rodean día a día.

Conversaciones acerca de nuestros cuerpos, de lo que nos dice la báscula, o TikTok, o ese nuevo influencer de moda que vive en el inicio de Instagram. Todos estamos haciendo lo mejor que podemos, y al final del día el ser humano solo busca aprender, sobrevivir, mejorar… pero yo soy fiel creyente de que lo que uno hace lo debe hacer con propósito, no importa el qué.

Entonces me viene a la cabeza la pregunta: ¿por qué estamos tan obsesionados con adelgazar, tan obsesionados con la comida? Una analogía famosa entre nutricionistas es que, si cuando tenemos ganas de reír, reímos, y cuando tenemos ganas de ir al baño, vamos al baño, así mismo debería ser con la comida: ¿tenemos hambre?, pues comemos. Lastimosamente, esta no es la realidad.

A la cabeza pueden llegar miles de críticas, cada una a millones de kilómetros por hora. ‘La grasa es mala, el arroz también, un pedacito de dulce ahorita, que mañana lo quemo en el gimnasio, dame una rebanada de pizza y no más, que estoy a dieta, los gymrats no comen esto, ¿por qué debería yo?, si como un plato de en salada mañana y más nada y me tomo el té que me va a mandar corriendo al baño, puedo comer esto...' Si nos sentamos un momento y analizamos cuán complicada es nuestra relación con los alimentos, seguramente vamos a terminar sintiéndonos terriblemente miserables.

Sin embargo, hoy vengo a revelarles un secreto, un secreto que muchos científicos, doctores, nutricionistas, estudiantes, todos llenos de pasión, luego de quemarse las pestañas estudiando o experimentando, descubrieron: la salud es más que solo una cosa. La vida es más que solo esa rebanada de pizza que pareciera ser más una cruz que un simple alimento.

Nuestra calidad de vida, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se relaciona con una percepción subjetiva de bienestar y funcionalidad, y abarca cuatro dominios principales de la vida: físico, psicológico, social y ambiental. Esto va de la mano con lo qu e la OMS define como salud: ‘un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades'. ¿Ven por qué el todo es más que la suma de sus partes? Si no lo ven aún, les tengo otro secreto: ningún alimento por sí solo ‘engorda' o es ‘malo'. Existen docenas y docenas de estudios que lo demuestran, que como Nietzsche, aseguran que ‘estas pequeñas cosas —la nutrición, el lugar, el clima, la recreación, todo lo que podría parecer egoísmo— son inconcebiblemente más importantes que todo lo que uno ha tomado co mo importante hasta ahora'.

Esto quiere decir que comer rico y saludable la mayoría del tiempo, y compartir un cafecito y un dulce con un buen amigo de vez en cuando, hacen igual de bien. Que vale más comerse una ensalada de tomate con arroz, porotos y un encuentro de pollo que estar todo el día sin comer, solo para que el cuerpo, esta increíble maquinaria que parece hecha a partir de magia, no sea del tamaño que debería ocupar normalmente. Que se pueden incorporar frutas, vegetales, papas, arroz, incluso esa rebanada de pizza de la que estábamos hablando, a una dieta (dieta, que en realidad significa patrón alimenticio). Todo esto sin la necesidad de castigarnos.

Puedo hablarles todo el día acerca de las grandezas que hacen los carbohidratos en nuestras células (en especial en nuestro cerebro), o de lo que los ácidos grasos (sí, ¡grasas!) son capaces de construir y proteger, de que vivir sin frutas o vegetales nos hace perdernos de esa habilidad casi artística llamada química antioxidante, o de que con un poco de fuerza de voluntad sí se puede ir a una fiesta un sábado y otro día ejercitarnos al atardecer (usando las canciones que más les gustan), pero yo solo vine a que me creyeran que el todo es más que la suma de sus partes.

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