Las intervenciones norteamericanas en América Latina II parte

la “estabilidad” en la región. Uno de los primeros episodios de esta nueva fase fue el golpe de Estado en Guatemala en 1954
  • miércoles 02 de abril de 2025 - 7:00 AM

Desde finales del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, América Latina ha sido escenario de constantes intervenciones de Estados Unidos, ya sea mediante acciones militares directas, golpes de Estado, apoyo a dictaduras o estrategias económicas y diplomáticas. En esta segunda parte de nuestro análisis, exploramos cómo estas intervenciones evolucionaron con el tiempo, adaptándose a los contextos geopolíticos y consolidando el papel de Estados Unidos como un actor clave en los destinos de la región.

Si bien la política del “Gran Garrote” de Theodore Roosevelt marcó las primeras décadas del siglo XX con intervenciones militares en el Caribe y Centroamérica, la dinámica cambió con el avance de la Guerra Fría. En este contexto, Washington justificó su presencia en América Latina bajo la premisa de frenar la expansión del comunismo. Para ello, implementó la Doctrina de Seguridad Nacional, que convirtió a las fuerzas armadas locales en aliadas estratégicas para mantener la “estabilidad” en la región.

Uno de los primeros episodios de esta nueva fase fue el golpe de Estado en Guatemala en 1954. La administración de Dwight Eisenhower, a través de la CIA, apoyó la destitución de Jacobo Árbenz, quien había impulsado una reforma agraria que afectaba a la United Fruit Company, una poderosa empresa estadounidense. La operación PBSUCCESS, como se conoció el plan, instauró un régimen militar que dio inicio a décadas de represión en el país.

La injerencia estadounidense no se limitó a Centroamérica. Durante los años 60 y 70, Washington promovió y apoyó dictaduras militares en el Sudamérica, brindándoles financiamiento, asesoría y entrenamiento en tácticas represivas.

Uno de los casos más emblemáticos fue el golpe de Estado al Presidente Salvador Allende en Chile en 1973. Con el respaldo de la CIA y la administración de Richard Nixon, el general Augusto Pinochet derrocó al gobierno de Allende, instaurando una dictadura que perduró por 17 años. Documentos desclasificados han revelado la magnitud del involucramiento estadounidense en la desestabilización económica y política previa al golpe.

En este mismo contexto, se implementó la Operación Cóndor, un plan coordinado por las dictaduras de Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay, Brasil y Bolivia para eliminar a opositores políticos en el exilio. Estados Unidos, a través de la CIA y otras agencias, brindó apoyo logístico y de inteligencia para llevar a cabo esta represión transnacional.

En la década de 1980, la política exterior estadounidense se enfocó en los conflictos armados de Centroamérica. Bajo la administración de Ronald Reagan, se destinó ayuda militar y financiera a los gobiernos y grupos paramilitares que combatían a las guerrillas de izquierda.

En Nicaragua, tras el triunfo de la Revolución Sandinista en 1979, Estados Unidos financió y entrenó a la “Contra”, un grupo armado que intentó derrocar al gobierno sandinista mediante ataques y sabotajes. El caso Irán-Contra reveló cómo el gobierno de Reagan desvió ilegalmente fondos de la venta de armas a Irán para financiar esta insurgencia.

En el Salvador y Guatemala, Washington respaldó a gobiernos militares responsables de masacres y violaciones de derechos humanos. Durante este período, se cometieron crímenes como la masacre de El Mozote en El Salvador, donde el ejército, entrenado por Estados Unidos, asesinó a cientos de civiles. En 1989, los norteamericanos invaden Panamá para derrocar al general Manuel Antonio Noriega, un viejo amigo, querido y aliado. En el siglo XXI, hubo nuevas estrategias de intervención. Con el fin de la Guerra Fría, las intervenciones estadounidenses en América Latina no desaparecieron, sino que tomaron nuevas formas.

El Plan Colombia, implementado a finales de los años 90 y reforzado durante la década de 2000. Este plan, financiado en gran parte por Estados Unidos, tenía como objetivo principal combatir el narcotráfico y las guerrillas, especialmente las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Sin embargo, el Plan Colombia no solo consistió en asistencia militar y financiera, sino que también incluyó estrategias de fumigación de cultivos ilícitos, lo que tuvo un impacto negativo en comunidades campesinas y el medio ambiente. Además, las violaciones de derechos humanos y ejecuciones extrajudiciales conocidas como los “falsos positivos.”

Si bien las tácticas han cambiado con el tiempo, el objetivo del Presidente de los Estados Unidos es recuperar, el Canal que es de Panamá, y la antihumana guerra contra los hermanos latinos y sus deportaciones. Las intervenciones estadounidenses en América Latina sigue siendo el mismo: garantizar la estabilidad de gobiernos y políticas que favorezcan sus “intereses estratégicos, económicos” y de seguridad en la región.

El autor es parte del Instituto de investigaciones Históricas de la Universidad de Panamá.

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