Iglesia católica pide ética y transparencia en la distribución y aplicación de la vacuna
- jueves 11 de febrero de 2021 - 6:46 AM
A casi un año del inicio de la pandemia de la Covid-19, la Conferencia Episcopal Panameña, manifestó que urge un firme propósito ético en la distribución y aplicación de la vacuna, aplicando las medidas que eviten que el más poderoso y el más influyente pase por encima de los demás, para garantizarse las dosis suficientes para sí y los suyos; o que la misma se convierta en fuente de enriquecimiento desmedido.
“Corresponde a las autoridades velar por el recto uso de los protocolos, la administración prioritaria de la vacuna a la población de mayor riesgo, según se recomienda, y el aseguramiento de la vacunación a las poblaciones más vulnerables y marginadas del país, antes que a cualquiera”, precisan los Obispos de la Iglesia Católica en Panamá, reunidos en la Primera Asamblea Ordinaria Anual, del 8 al 10 de febrero de 2021.
En su comunicado emitido este miércoles 10 de febrero, destacan que la transparencia y la prolija rendición de cuentas en el uso de los recursos y dineros públicos se impone hoy más que nunca. No solo porque es un deber de los gobernantes y la sociedad política, sino porque el no hacerlo despierta la desconfianza del pueblo, tan necesaria en estos momentos, y da pie al morbo y a las malas prácticas políticas que tanto daño hacen a la institucionalidad del país.
También se refieren a:
Educación Nacional
El presente año lectivo, como lo fue el del 2020, será un periodo de enormes retos que ni autoridades ni docentes y mucho menos los padres de familia, deben tomar a la ligera.
Uno de nuestros pecados sociales está en la crisis de la educación nacional, que condena a una parte importante de nuestra niñez y nuestra juventud a abandonar la escuela o a ver truncados sus anhelos de progreso y de una vida mejor.
La era digital, con sus nuevas tecnologías, ha puesto a prueba nuestro sistema educativo, con resultados adversos para una parte de la población escolar que no tiene acceso a ellas ni cuenta con los recursos, en sus hogares y escuelas, para instruirse a través de un sistema que, en lo sucesivo, y más allá de la pandemia, será cosa de cada día en el proceso de educación nacional.
Es una prioridad la atención especial de aquellos niños y adolescentes carentes de los equipos tecnológicos y del acceso a internet para seguir las lecciones virtuales, que se complica aún más sin padres ni tutores que los acompañen.
De manera particular, es indispensable considerar a la niñez y juventud con discapacidad para incorporarlos efectivamente en el proceso de aprendizaje. No podemos dejarlos atrás en este camino; es inconcebible que esta juventud, que entendemos son “el ahora de Dios y del país”, queden a la deriva porque nos ha hecho falta creatividad, ilusión y entrega a una generación con la que estamos en deuda.
Recuperación económica y diálogo nacional
La pandemia ha puesto en evidencia y agravado los problemas sociales, especialmente la desigualdad y la exclusión de grandes sectores, históricamente marginados del progreso y desarrollo económico nacional.
En palabras del Papa Francisco hemos tenido “una economía enferma” con “un crecimiento injusto”; que “prescinde de los valores humanos fundamentales y es indiferente a los daños infringidos a la casa común”. (Audiencia General del miércoles 26 de agosto 2020). Por tanto, la recuperación económica del país debe tener como centro el bienestar de la persona, porque es la economía la que está hecha para el ser humano y no el ser humano para la economía.
La Constitución pastoral Gáudium et spes del Concilio Vaticano II en su número 35, nos dice que: “la actividad humana, así como procede del hombre, así también se ordena al hombre, pues éste, con su actuación, no solo transforma las cosas y la sociedad, sino que también se perfecciona a sí mismo”.
Las acciones anunciadas para la recuperación económica, luego de amplias y constantes consultas, deben garantizar un nuevo modelo económico que en su aplicación permita un desarrollo más equitativo, seguro y eficaz, para los que habitan este Istmo panameño.
Es urgente que todas las fuerzas activas del país, de la sociedad política y de la sociedad civil, participen en el diálogo propuesto. Que sea un diálogo abierto y sincero que proponga soluciones a los problemas más agobiantes y urgentes que enfrenta Panamá.
Para esto, los participantes del diálogo, han de tener voluntad y disponibilidad para lograr consensos en los planes que se adopten y se apliquen, dejando de lado intereses sectarios y cualquier gesto amenazante, para dar paso a la tolerancia, el respeto y la confianza entre unos y otros.
“Debemos esforzarnos por mantener abiertos caminos hacia el diálogo, la tolerancia, el respeto mutuo y la solidaridad que nos conduzcan hacia la paz y la fraternidad en nuestra tierra panameña. Que Santa María la Antigua y San José nos enseñen a vivir como una sola familia, en la caridad mutua, el respeto, la tolerancia entre todos y el cuidado de la casa común”, concluyó la iglesia católica.
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