Extranjeros inundan las calles de la capital

REALIDAD

El crecimiento económico de Panamá frente al resto de los países de América Latina es envidiable, según las proyecciones que han hecho varios organismos internacionales.

Por 10 años consecutivos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial han asegurado que el país cuenta con una de las economías más estables de la región, con un crecimiento sostenido que está entre el 6% y el 7.2%.

Pero, ¿será verdad tanta prosperidad? El Siglo salió en busca de esa bonanza y lo que encontró fue calles inundadas de vendedores ambulantes.

La sorpresa fue que quienes encabezan la lista de informales no son precisamente los panameños.

Venezolanos, colombianos y dominicanos se han adueñado del negocio en los semáforos.

En un recorrido que realizó El Siglo por las principales vías de la capital y San Miguelito, que concentran mucho tráfico vehicular, se contaron 149 vendedores ambulantes.

Más del 50% eran extranjeros que tienen entre dos y seis años de vivir en el país.

‘Muchos extranjeros están viniendo a Panamá atraídos por el crecimiento económico del que tanto se habla y por los problemas sociales y políticos que enfrentan su nación de origen', expresó el economista Rolando Gordón.

Según el catedrático, el aumento de la informalidad debe llamar la atención de las autoridades, pues entre más personas hay sin un trabajo formal otros problemas sociales (seguridad, educación y salud) se multiplican.

Preocupación

Para el expresidente de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresas (APEDE), Roberto Troncoso, la proliferación de vendedores extranjeros se está saliendo de control y considera que las autoridades no están atendiendo esta situación con la importancia que se merece.

Según Troncoso, los foráneos llegan al país con la idea equivocada de que van a tener oportunidades de trabajo, pero al llegar se encuentran con normas laborales que no les permiten ser contratados.

‘Algunos no reúnen las cualidades para ingresar al mercado laboral y por eso optan por el trabajo informal', expresó.

‘Hay que poner atención a los extranjeros que solo están de paso, pues su destino final es Estados Unidos. Ellos también venden por un tiempo en las calles, hacen actos de malabarismo y hasta se prostituyen para obtener un poco de dinero para seguir su camino', señaló el empresario.

Salud, en juego

Aurelio Rangel, director de la Región Metropolitana de Salud, señaló que la venta de comidas en las calles representa un peligro para las personas, pues nunca se sabe cómo se preparan. En las últimas inspecciones que ha realizado, dice que ha encontrado quesos, galletas y hasta chocolates sin registro sanitario.