Epidemia y Salud en Panamá
- martes 08 de junio de 2021 - 12:00 AM
El fundamento del Dr. Wolfed Nelson en relación a la proliferación de las enfermedades la centró en el concepto considerado científico del miasma especialmente en 1884. Esta visión antes explicada fue la base del sustento de la gestación de las enfermedades en Panamá. Los artículos anteriores hice referencias a los estudios de él. Estos análisis para la época eran eminentemente de carácter científico, sin embargo, en la actualidad en algunos aspectos sobre el concepto del miasma carece de vigencia y rigurosidad. Lo que fue observado en Panamá, la validez es innegable a pesar de los contradictorios avances científicos. Pero recordemos que el conocimiento de la naturaleza humana y psicología han sido el resultado de diferentes teorías. Muchas de las cuales en la actualidad se han descartado precisamente por las investigaciones que sobre la matriz de su origen se han efectuado.
El proseguir en su tarea de medico e investigador el Dr. Nelson llevó a cabo estudios en los sectores o focos que él consideraba de infección. Algo más interesante es que por su tenacidad orientó a través de sus escritos en La Estrella de Panamá y en el Star and Herald su atinadas denuncias y recomendaciones a la Junta de Sanidad de Panamá.
En extensa explicación que él hace referencia a dos enfermedades recurrentes en las ciudades terminales entre ellas: fiebre amarilla y viruela. Ambas según sus perspectivas estaban presente más cotidianamente por la influencia de los cementerios. El Dr. Nelson lo explica: ‘Deseo enfatizar particularmente el hecho y lo haré de esta manera; el cementerio colombiano recibe caso todos los muertos de los Hospitales del Canal, y un gran número de defunciones se deben a la renombrada fiebre amarilla. Como en esa tierra son perpetuos los veranos, el sol y la humedad, cuando estos gérmenes se liberan, encuentran un medio propicio para su desarrollo. El germen de la fiebre amarilla es uno de los que se desarrollan a una temperatura de 72 grados y como promedio es de 80 grados, se puede decir que nunca mueren. Esa es también la razón por la que la viruela nunca se ausenta en esas regiones. De tiempo en tiempo hay algunos brotes y hace dos años, acto seguido al desentierro de los muertos en el cementerio que ahora estoy describiendo. Se propagó otra EPIDEMIA un poco más allá del depósito de La Boca del Río Grande y la cantidad de muertos fue enorme. Mis lectores deben tener en cuenta que miles de restos se desentierran anualmente en ese lugar; quizás se practica en este mismo día y a esta misma hora'. (Nelson p. 151)
Siguiendo los argumentos del Dr. Nelson encontramos el informe en La Estrella de Panamá del 11 de feb, sobre los hospitales. Lo que se puede colegir es que incluyendo la descripción observada en la perspectiva del Dr. Nelson se derivó la opción de platearse entre el grupo de médicos sus propuestas en las que sobresalían la de los doctores George Gasgoine y Benjamin Stamers. Consecuencia de lo expresado causo muchas críticas y acogidas con interés los que presagiaban el peligro. Obstinados otros dejaron correr el mal sin llegar al remedio.
Ante la situación ausente de solución aparecieron en La Estrella de Panamá y el Star and Herald, diferentes artículos sobre el tema. El informe de Nicolás de Obarrio de 1884. En su nota afirma sobre la administración de los diferentes hospitales. En respuesta aparece una polémica y corta alusión de oposición donde señala el escrito siguiente: ‘en oposición al que nosotros dimos al público, censurando las razones en que se fundara la Junta de Sanidad para el local para el nuevo cementerio. Esto nos ha causado extrañeza, porque en nada hemos tocado al señor de Obarrio.' (Star and Herad 14 de febrero p. 7)
En ese diario Herald aparece otra extensa nota del Dr. Nelson conjuntamente con el Dr. John Stevens, donde describe el 5 de abril, el artículo siguiente: ‘Los cementerios y las fuentes de Agua,' muestra el entorno de decadencia sanitaria. ‘Del cuadro donde se entierran ahora los muertos ascendía un mal olor y un empleado así simplemente hizo la observación de que existía algún derrame…entre el calicanto caliente docenas de cadáveres que exhalaban sus gases venenosos y corrompían la atmosfera que debía observarse por los pozos de agua vecinos que no distan sino pocos de ese lugar. De esos pozos hoy se acostumbra vender agua que se bebe en la ciudad. Y en cuanto a este cementerio pasa de ser la fuente de enfermedades contagiosas.'
Observador y reflexivo con otros médicos antes mencionados analizan la situación sanitaria de la ciudad. Y en confrontación e informes se encuentra otro del 31 de febrero de 1884 del Star and herald, donde presenta una clasificación más extensa de las enfermedades producidas por el miasma de los cementerios.