- martes 10 de diciembre de 2024 - 12:00 AM
Los autores materiales del escarnio y de la aniquilación de la revolución liberal fueron los Estados Unidos y Colombia. No sería acusado de traición ni el insurgente un burgués imitador de los lujos de Europa, ni un conservador con ínfulas de rabiblanco. El elegido para ser señalado como tal sería uno de la plebe pauperizada. El escogido fue aquel que, dejando las armas en San Carlos, se comprometió a cumplir con el Tratado de Wisconsin. En resumen, apretado el cerco para acabar con la fuerza de los sin tierra, fue Victoriano Lorenzo, juzgado en un Consejo de Guerra espurio, quien cayó bajo el plomo de los reaccionarios conservadores. Había sido traicionado, el amigo del Dr. Belisario Porras, cuya promesa para Victoriano Lorenzo detalla claramente en su obra Las campañas del Istmo.
Silenciada la oposición liberal, se inicia la discusión del Tratado Herrán-Hay para la construcción del canal. El Tratado fue sometido al Congreso Extraordinario el 20 de junio de 1903, ante el choque de las facciones políticas, mezclados con los intereses de los Estados Unidos. En esos días de sofocadas discusiones, explota el nacionalismo del Dr. Belisario Porras.
El Dr. Porras había pasado por las peripecias de la última guerra civil (1899-1902), donde se silenció el caudal proselitista del liberalismo. En ese momento, se encontraba en el exilio, y el adversario actual era fuerte. El caudillo liberal añoraba un canal que fuera una arteria vital de comunicación y un beneficio económico para el Istmo, pero esa última esperanza sería solo una quimera que se desvanecería tras el telón del discurso y se ahogaría ante los intereses económicos y la rapiña de los estadounidenses.
La oposición de Porras fue vertical en la definición de sus argumentos en contra del Tratado Herrán-Hay. Aún estaba presente la opción de la ruta por Nicaragua; los Estados Unidos no desdeñaban esa alternativa, pero dentro de su estrategia también se encontraba el control del canal por el Istmo.
Su oposición lo llevó a escribir un artículo publicado en el diario El Constitucional de San Salvador el 18 de julio de 1903. Inicia su escrito con lo siguiente: “Qué amarga ironía la de la historia, enfrentarse al presente con las manos vacías, impotente ante nuestras pasiones.” La palabra era el arma para defender la soberanía del istmo. Además, acepta que todos los colombianos quieren un Canal construido. Prosigue con palabras sinceras y patrióticas: “los que combatimos el Tratado Herrán, somos uniformes en nuestros argumentos.” Y luego pasa hacer un recuento de historia. “Los norteamericanos han tenido dominio absoluto del Istmo desde el año de 1849 sobre la línea férrea de Panamá a Colón...El Tratado Herrán Hay no limita las ambiciones y propósitos norteamericano, sino que abre las puertas por completo a la dominación norteamericana.
Los Estados Unidos actuaban desde las sombras de la defensa democrática pregonada desde los años del Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe. Utilizaban sortilegios sustentados solo por supersticiones. El Dr. Porras, con sus carismáticos argumentos, les devuelve sus palabras de una paz a los Estados Unidos y escribe: ‘El ponderado cariño que nos hablan los norteamericanos coincide con su propio interés, proclamado en la doctrina Monroe.’
Los alegatos del Dr. Porras salen a la luz, y con su brillo, como abogado y patriota, va extinguiendo, poco a poco, las palabras de los dirigentes de los Estados Unidos. Ese imperio, surgido de la dominación y la conquista de territorios, ya sea por compra o por guerra, como lo demuestra la forma en que le robó a México el área de California, asaltando con fusiles, cañones y el vómito de plomo de sus ametralladoras.
La gran extensión que ha logrado los Estados Unidos es vivo ejemplo de lo sagaz que ha sido, en especial en su famoso Destino Manifiesto. Ellos sin pena en su inercia mental de línea fija a la dominación, elucubraron en sus mentas que la Divina Providencia, le había hablado al oído de su absoluto poder de conquista. Pero esa Divina Providencia nunca les habló a los pueblos latinoamericanos.
La opción nacionalista y patriótica del Dr. Porras escribe: “debemos volver nuestros ojos hacia la unión latinoamericana, uniendo en un solo país las provincias que hablan una misma lengua en una misma cultura.” Se muestra en estas palabras la unidad de lengua, cultura y visón de un porvenir que han añorado los rebeldes precursores del nacionalismo, paz y unión perpetua. La visión nacionalista y patriótica debe llegar a los hombres de hoy, que siguen el camino fácil de construir la Patria Boba. Y culminamos con Porras: “No olvidemos que la historia está frente a nosotros, somos responsables ante nuestras generaciones venideras”.