El Dr. Belisario Porras y el centenario del hospital Santo Tomás

La administración del presidente Belisario Porras tuvo que enfrentar grandes desafíos para construir la magna obra, hace 100 años
  • lunes 16 de septiembre de 2024 - 8:20 AM

La inauguración del majestuoso hospital Santo Tomás el 1 de septiembre de 1924, hace un siglo, fue un evento de gran trascendencia que marcó un hito en la historia de Panamá. El destino quiso que su principal promotor, el presidente Belisario Porras, fuera quien inaugurara la magna obra justo el último mes de su tercer mandato como presidente de la República (1920-1924).

Panamá en la década de 1920 tenía unos 400 mil habitantes, de los cuales unos 75 mil vivían en la capital. El presupuesto de rentas del Estado entre los años 1919 y 1924 era de menos de 8 millones de balboas por año.

La administración del presidente Belisario Porras tuvo que enfrentar grandes desafíos para construir una magna obra como el hospital Santo Tomás.

Los recursos del Estado eran escasos. ¿Cómo hizo el presidente Porras para construir una obra como el nuevo hospital Santo Tomás, que tomó cinco años en construirse y costó $3.194.698.77 de 1924 (unos 70 millones actuales)? Una suma astronómica en la época.

Es difícil imaginar que hubo una época en la que el hospital Santo Tomás no existiera en la avenida Balboa con su imponente fachada de arquitectura neoclásica mirando hacia el mar. Sin embargo, no siempre estuvo allí.

El hospital Santo Tomás es el resultado de la visión y las gestiones del presidente Belisario Porras, quien se propuso dotar al país de instalaciones hospitalarias modernas, reemplazando el ruinoso Santo Tomás que desde el siglo XIX se encontraba en la avenida B de El Chorrillo, en condiciones cada vez más precarias.

La historia de la construcción del hospital se inicia el 15 de noviembre de 1919, cuando se colocó la primera piedra durante el segundo mandato del presidente Porras, quien en ese momento servía como primer designado encargado del poder Ejecutivo (1918-1920).

El equipo técnico encargado de la obra estaba compuesto por el arquitecto James C. Wright, responsable del diseño; el ingeniero Leopoldo Arosemena, y otros profesionales, entre ellos Víctor Tejeira, quien se desempeñó como dibujante.

Para una supervisión adecuada de la obra, se nombró una Junta de Vigilancia y Fiscalización integrada por el coronel Juan Antonio Jiménez, secretario de Fomento; el mayor Edgard A. Bocock, superintendente del antiguo hospital Santo Tomás en la avenida B; el arquitecto James Wright; Nicolás Casis, representante de los obreros; el Dr. Alfonso Preciado, primer superintendente del nuevo hospital Santo Tomás; el general Leonidas Pretelt, alcalde de Panamá; Charles Stockelberg, jefe de materiales y compras; y Bartolomé Tarté, quien fungió como secretario de la Junta.

El presidente Porras en 1914 ya había tomado control de la Lotería de Panamá al expirar el contrato con la nación que mantenía don José Gabriel Duque para la explotación de la lotería.

Con el fin de poder destinar los recursos de la Lotería para la construcción del nuevo hospital Santo Tomás, en 1919, el presidente Porras dio un paso más y creó la Lotería Nacional de Beneficencia mediante la Ley 9 de 27 de enero de 1919.

Esta ley en su artículo 8 estableció que “el producto de la Lotería se aplicará de preferencia a los gastos que demanden el hospital Santo Tomás, Manicomio y Lazareto”.

Sin embargo, el presidente Porras no estuvo exento de detractores debido al elevado costo del hospital. Sus críticos calificaban la obra de “Elefante blanco”, una expresión originada en la cultura del sudeste asiático donde los elefantes blancos son sagrados. Según la leyenda, los reyes obsequiaban elefantes blancos a sus enemigos para arruinarlos, ya que, debido a su estatus sagrado, se convertían en una carga económica por el elevado costo de su mantenimiento.

El presidente Belisario Porras en respuesta a quienes señalaban que el hospital Santo Tomás era un “Elefante blanco” dijo en su discurso de inauguración del Santo Tomás, ante una multitud de una 4 mil personas, que: “En verdad, esta obra enorme e imperecedera, ha costado millones, pero debemos reconocer que no han caído a la orilla del camino para ser presa de otros, sino en terreno fértil, pudiendo hacer con ellos una obra de belleza y gracia que harán mucho mejor a Panamá”. Efectivamente, así ha sido.

El hospital Santo Tomás, a lo largo de 100 años, ha sido la escuela de miles de médicos y enfermeras, contribuyendo al desarrollo y la salud de la nación panameña. Su legado perdura como un recordatorio de la importancia de la inversión en infraestructura y servicios de salud para el beneficio de las generaciones presentes y futuras.

Nada más cierto que la frase que dice: “El estadista es aquel que piensa en las futuras generaciones, el político, en las futuras elecciones”.

El presidente Belisario Porras demostró su altura como estadista con la construcción del hospital Santo Tomás y muchas otras que dejó para el ornato, para las leyes nacionales y para mejorar la calidad de vida del panameño.

Este debería ser el norte y la visión de todos los que aspiren a ser presidentes de la República.

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