¿Cómo era Panamá La Vieja?

- lunes 12 de agosto de 2019 - 12:00 AM
El 15 de agosto de 1519 se fundó Panamá la Vieja en un sitio carente de las condiciones adecuadas, porque a los barcos les era imposible desembarcar mercancías, además, de la ausencia de ríos para recoger agua y la cercanía a una ciénaga maloliente. Pedrarias, en el acto de fundación repartió los solares a los más adinerados.
Juan Bautista Antonelli planteó mudar la ciudad a otro sitio lo cual no concretó. En 1529, existían 70 bohíos de madera y techo de paja. La penuria de su crecimiento hizo su desarrollo lento. Pasado casi 70 años, según el Oidor Alfonso Criado de Castilla, se albergan 400 casas y grupos de negros y mulatos libertos, y nos afirma que la gente es muy política ‘españoles y gran parte originarios de la ciudad de Sevilla es gente de mucho entendimiento, su oficio es tratar y contratar, excepto 15 vecinos que tratan los campos y viven de las haciendas. Es por mayor parte gente rica'.
Cabe ilustrar que, en 1638, poblaban la ciudad ocho mil personas con unas 700 casas que a la distancia daba la impresión de una pujante ciudad, lo cual hace que 1551 se dicte la Real Cédula con el título de ‘Muy noble y muy leal ciudad'.
¿Cómo apreciar a Panamá la Vieja? Empecemos por la catedral en principio construida de madera y techo de paja, luego se edificó de cal y canto con una torre que servirá de atalaya para la vigilancia. Se encontraba una plaza central como en toda ciudad fundada en América donde se celebraban los eventos de importancia.
La construcción comprendió una técnica combinada, planta baja del edificio y la planta superior de madera, con una fachada muy estrecha. En descripción de Juan de Fonseca nos dice: ‘hacían los edificios para moradas, templos y casas reales, de madera y tablas con tan lindo arte y disposición'. Se utilizó también el ladrillo y la piedra en combinación con madera guayacán, mangle y cedro. Todos trabajados diestramente para la buena imagen de las casas. Luego de esta breve descripción el lector debe transportarse a la época y frente a la ruinas de hoy reconstruir una imagen mental de lo que fue Panamá la Vieja.
La vida de los pobladores se desenvolvía bajo un clima considerado malsano. Juan Requejo Salcedo afirmaba lo siguiente ‘…el calor ofende tanto que causa enfermedad y aunque se ha pensado mudarla a mejor sitio, no se ha hecho, por el gran precio de las casas y por muerto los antiguos pobladores'. El lector sacará sus propias conclusiones, pues ese clima del trópico, el que hoy toleramos es nuestro Panamá. Ya esta información nos ilustra que la calidad de las casas y su sitio era lo que determinaba su valor.
La ciudad en si era de un diseño rectangular entre cada calle. Las casas de tejas y su fabricación dependían de negros esclavos. Las residencias fueron afectadas por el incendio de 1617 y por el terremoto del 6 de mayo a las 5 p.m. de 1621, cuando se desplomó la casa del oidor Juan de Santa Cruz Ribadeneira, quien falleció al instante. Los otros edificios fueron afectados y los conventos. La acción inmediata con el fin de resguardar a los vecinos y darles seguridad fue trasladarlos a la Ermita de San Cristóbal.
Otra obra importante de mencionar es la catedral, cuya construcción se inició en 1619 hasta 1526 que en principio era de madera, y destruida por el fuego de 1844 y la lastimosa destrucción de 1671 por el pirata Henry Morgan. Posee una escalera que tiene 115 escalones con tres niveles y la cual tiene plataforma de descanso.
Curioso es el caso mencionar a la iglesia La Merced que, luego del incendio de 1671, los curas de la orden de los Mercedarios, cumpliendo una misión apreciada, cargaron con las piedras y la utilizaron en la parte frontal de la iglesia en el casco antiguo de San Felipe. Este tipo de tragedia que afectaban la ciudad se acrecentaron la vida de los vecinos por la lenta llegada de los barcos a la ciudad, en la medida que estos incendios o temblores colocaban a la ciudad y sus habitantes en una situación de riesgo y necesidad. Lo que significaba que las provisiones se agotaran y que las reservas traídas del Perú como harina, azúcar, lentejas y otros alimentos por la tardanza de los barcos afectaba la alimentación de los habitantes.
Vista hoy, la imagen de Panamá la Vieja pareciera una ciudad sin vida y sin historia. Y es lógico que el común de las personas llegue a esa conclusión. Sin embargo, bajo estas ruinas se esconde la ciudad que es fiel reflejo de las condiciones del medio en que se asentó, por lo que, diacrónicamente, es una expresión del conjunto de las ideas y poderes allí establecidos. La confluencia de distintos elementos transmitidos históricamente en el tiempo muestran las traumas por las que pasaron sus pobladores, que luego se diversificó en nuevas generaciones.