Cerro Chame , el Gran Coloso de la Panamericana

Durante el trayecto conté que tuve cinco crisis de asma, cada paso que daba se hacía más pesado, luego de dos horas caminando, sentía que me desplomaba, mi pecho estaba apretado. Recuerdo que mi pareja entre caricias me decía: ‘Vamos mamita, se va a rendir llegando a la cima'. Debo decir que uno de mis mayores retos como ‘trepa loma' ha sido el coloso de la Panamericana, el gran ‘Cerro Chame'.

Eran las 9:00 a.m. de la mañana cuando comenzamos a caminar, nuestro carro, por ser un Picanto, se quedó mucho más afuera de las faldas del cerro. Mi condición de asmática me impide ir al ritmo de los demás, por lo que he aprendido a administrar mis fuerzas para no desgastarme.

Soy de las que disfruta el trayecto tanto como la cima. Los árboles, los pajaritos, los animales, las frutitas silvestre que cuelgan de los árboles en el camino, cada detalle alimenta mi motivación. En el ascenso encuentras riachuelos que refrescan un poco el sofoco. El largo trayecto requiere más que fuerzas y condiciones, requiere determinación.

Hubo un momento que pensé en regresar y abandonar mi sueño de ver ese maravilloso paisaje desde arriba, pero siempre había voces que me motivaron a seguir. Caminé, trepé y subí. Muy cansada, fatigada, ahogada, ya sin aire, pero alcancé la cima.

No puedo describir la emoción que me causó el haber llegado. Recuerdo que grité, lloré tanto que solo recordar el momento me conmueve el alma. La vista desde arriba es fabulosa, fantástica, todo el esfuerzo, cada minuto de sufrimiento por el asma, simplemente valieron la pena.

Desde arriba la brisa te golpea el rostro, lloras, meditas en lo maravillosa que es la creación del Dios Elohin y recuerdas lo pequeña que eres. Envidias las alas de las aves que planean a tu alrededor. Definitivamente, ‘Cerro Chame' siempre será una experiencia inolvidable para mí.