- viernes 17 de diciembre de 2021 - 12:00 AM
Los méritos de Simón Bolívar, en coro uniforme, se traducen con la palabra el gran libertador. Es la tradición, y se crea de ahí una costumbre incuestionable, que es a la vez irrefutable. Olvidando que ese guerrero había fallecido solo con una camisa prestada, en una cama que no era de él, y sin un solo peso en el bolsillo, su figura nos resulta una paradoja que nos enfría el cuerpo y nos inmoviliza nuestro ánimo. El que fuera bautizado el 24 de julio de 1783, con el nombre Simón José de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte Blanco terminó siendo un guerrero.
Su padre había muerto de tuberculosis cuando Bolívar tenía apenas 2 años, por lo que este fue encargado a familiares. El niño se rebelaba y se escapaba de la casa de sus familiares, y sus actos fueron recurrentes, pues la ausencia del padre le había afectado su vida.
Hoy asociamos a Simón Bolívar con la Carta de Jamaica y la fuerte personalidad atrayente que nos conquistó y fue la figura cimera que influyó en nuestra independencia y unión a la Gran Colombia. En 1805, hizo el juramento en Roma de apelar a la lucha contra el imperio y la liberación de los pueblos.
A temprano momento de la lucha, se vinculó a la revolución dirigida por Francisco de Miranda. La táctica militar le fue esquiva y fracasa con la consecuencia de salir de la región en 1812. Analiza las causas de sus desavenencias y proclama en Cartagena de Indias su manifiesto. Las fuerzas realistas resistían y solo se vislumbraba la lucha a muerte contra los peninsulares. Las dificultades de una guerra y las terribles consecuencias de carácter económico infringieron en la población dos posturas disyuntivas: la libertad o la esclavitud.
Reagrupó sus fuerzas y llevó en 1813 otra expedición militar denominada la Campaña Admirable. Y por designación del Ayuntamiento recibe el título del libertador. La respuesta realista fue inmediata llevada a cabo por José Tomás Bobes, quien retoma la región y Bolívar se exilia en Jamaica. Tomó la determinación de volver a la guerra. Empezó la reconquista desde 1816 hasta 1819 y posterior a una tregua el gran libertador lograba la independencia de Venezuela y triunfa en 1821 en la batalla de Carabobo.
Participó en el Congreso de Angostura en 1819, y creó una constitución para la República de Colombia y logra la unidad de Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá. Así, lo eligieron presidente de la Gran Colombia. No satisfecho de sus triunfos, marchó hacia la Audiencia de Quito, lo que hoy es Ecuador y se vinculó a la táctica militar de José Antonio de Sucre y había triunfado en la batalla de Pichincha. Quedaba ahora el Perú y puesto que venció en la batalla de Junin (1824) y luego en la batalla de Ayacucho, cerró la entrada a los españoles el territorio del Perú al conquistar toda la región.
Pero su obra se fue desquebrajándose y, enfermo, Bolívar se retira. Una severa enfermedad minó su cuerpo, y lo debilitó por la tuberculosis. Según Restrepo, quien el 8 de mayo de 1830 habló con él. ‘La soledad en que se hallaba, la saña insaciable con sus enemigos'. (Historia clínica del libertador estudio nosológico y psicobiografico de Bolívar. p.149) La salud de los hombres en estado de guerra constante sufre afectaciones profundas y se crean traumas. Los trajines y los desvelos se acompañan con pérdida de ánimo y producen afectaciones y fuertes tensiones nerviosas. Según fue anotado: ‘Hacia mucho ejercicio. No he conocido hombre que soportase como él las fatigas. Después de una jornada que bastaría para rendir al hombre más robusto, le he visto trabajar cinco o seis horas, o bailar otras tantas, …dormia cinco o seis horas de las veinticuatro en hamaca, en catre, sobre un cuero, o envuelto en su capa en el suelo y a campo raso. (p. 63-64) El dictamen de la salud del libertador fue cruelmente falsificada por un médico de 72 años quien jamas lo había tratado. El galeno había escrito lo siguiente: ‘el libertador era un psicópata irresponsable, y verdadero caso perdido.' (p. 85) Y con razón fue tildado de psiquiatra improvisado. (p. 85)
La tuberculosis avanzaba y el libertador escribió a Urdaneta lo siguiente: ‘mi debilidad ha llegado a tal extremo que el menor airecito me constipa y tengo que estar cubierto de lana de la cabeza a los pies.' (p.151) Se anota luego: ‘El mal hacia progresos …pues la fiebre iba creciendo complicándose con delirios fugases, el hipo …Este conjunto de síntomas alarmantes formaban para mi un presagio funesto.' (p. 258) No terminó su vida en mansiones lujosas. Pero si dejó el legado de una América unida. Pidió perdón a sus enemigos. Lo grande es que aun seguirá siendo el libertador.