Bellas poesías para las madres

UN ÁRBOL DE RAMAS SECAS. Llegó diciembre: ¡Es Navidad!
  • martes 08 de diciembre de 2020 - 12:00 AM

UN ÁRBOL DE RAMAS SECAS

Llegó diciembre: ¡Es Navidad!

Las casas están bonitas:

Pintaditas, alumbradas, limpiecitas…

¡Sí, ha llegado Navidad!

Es tiempo de regalitos:

Bicicletas, ropa nueva y golosinas.

Mamá, ¿cuándo pondremos el árbol?

Creo que mañana será

¿Creo, mamá? –Sí creo.

(Avanza diciembre: ya es quince,

Y no hay arbolito en mi casa.)

–¡Mamá!

–Ya dije, mañana será.

(Frente a mi casa, hay un parque

Sembrado de hermosos pinos,

Cuyas ramas secas, podan ya).

¡Zas! ¡zas! ¡zas!, y caen. ¡Qué destino!

(Y mamá que observa al

Jardinero, piensa)

–Con esas ramas de pino…

Otro arbolito armaré. ¡Sí!

Y esas ramas secas, chocolatitas,

A este tronquito ataré. ¡Sí!, ¡sí!

Mi madre buscó un

Alambre viejo, torcidito

Y, poco a poco, fue amarrando

Las ramitas, a ese tronco sequecito

Hasta que, ¡al fin!, terminó.

Qué alegría, mis hijitos

Un árbol de Navidad, tendrán:

¡Sí!, ¡sí!, ¡sí!, ahora lo adornaré.

Con bombones, luces, guirnaldas

Y algunos lazos bien guardados,

Reluciente, el arbolito quedó.

Y en la sala colocado,

También le ha puesto regalos,

Que en un almacén, ella fió.

¡Qué bonito! ¡Soy feliz!

Tengo ya, un árbol de Navidad

Que mi mamá construyó.

Por este lindo arbolito,

Que en esta Navidad, y por siempre:

¡Dios te bendiga, mamá!

Dedicatoria: A mis hijos.

Un elogio a los tiempos pasados.

MAMÁ DIJO REGRESO

(A mi abuela Apina)

Una mañana a plena luz,

Solitas se quedaron.

No salgan, -dijo la madre

Y con voz queda, susurró: regreso.

Miradas inocentes se intercambian

Y a las claras se observa, que en su asombro,

No comprenden la ordenanza: ¡no salgan!

¿Dónde va? ¿Por qué se fue?

No lo dijo, y ‘solititas' se quedaron.

Tras la puerta se perdió

Segura de su paso, de su rumbo,

Sin volver mirada atrás.

No supo cómo quedaron

Esos rostros apagados

Con sus ojitos nublados

Y puchero en llanto, sus boquitas,

Pero la madre dijo: ¡no salgan!

Y con voz queda, susurró: regreso.

Sin reflexionar del peligro:

Fuego, violación, maltrato…

Pasó la puerta, y se fue

Sin volver mirada atrás,

Muy segura de su paso:

Determinada se fue.

Se fue. Se fue y las dejó

Sin futuro y sin amparo

Y ‘solititas' se quedaron

Con su más ingenua esperanza:

Mamá dijo regreso.

Esa mañana,

A plena luz de mediodía,

Apareció un ángel

Vestido con delantal mojado,

Oloroso a jabón de barra,

Frente sudorosa tenía,

Y por la puerta de la huida, entró:

Ahí estaban solitas, ‘solititas'

Con su más ingenua esperanza:

Mamá dijo: regreso.

El querubín extendió sus manos cenicientas

Por el sebillo del jabón gastadas,

Y sonriente, y determinado dijo: ¡nos vamos!

Los ojitos inocentes,

Aún nublados, se miraron,

Y en sus mentes confundidas

Repitieron la ordenanza: ¡no salgan!

Mamá dijo: regreso

MADRE DOS VECES

La muñeca de la abuela

(A mi nieta Alyson)

I

Está la abuela sentada

En su silla mecedora.

Mece, remece y mece.

Y así, pasa las horas.

Está la abuela cantando

Una muy linda canción

Y aplaude, y baila contenta,

Y ríe con gran emoción.

Está la abuela observando

La chiquillería correr,

Y entre ellos, busca una niña

Que pequeña debe ser.

La abuela está aburridita,

Solita, triste, afligida…

Pensando en una muñeca:

Rubia, pequeña, preciosa…

La abuela no se equivoca.

¡Ahí está!, ¡ya la vio!

Es rubia, pequeña, preciosa.

Tal como la hermosa soñó.

II

Está la abuela sentada

En su silla mecedora.

Mece, remece y mece.

Y así, van pasando horas.

Está la abuela esperando

Que la pequeña se acerque.

¡Y la nena llega, y pregunta!:

¿quieres que me quede, abuela?

¡Está la abuela contenta!

Su rubia muñeca le ha dicho:

Hoy, contigo me quedo,

¡peina mi cabello, abuela!

La abuela está entretenida

Peinando esa rubia cabellera.

Y para sí, ríe y piensa, y piensa:

–si tan solo tuviera un ricito.

Y es que la abuela es grifa, chiquita,

Canela es su piel de seda,

Y le adornan sus mejillas

Dos huequitos: ¡qué bonita!

III

Está la abuela sentada

En su silla mecedora.

Mece, remece y mece.

Y así, ya han pasado horas.

¿Cansada, abuela? Descansa:

Tu sueño yo velaré.

Y moviéndole la silla, observa

Cómo se duerme la abuela.

Chis: está la abuela dormida

Soñando con su muñeca:

Ojos gladiola, boquita de rosa.

Rubia, pequeña, preciosa.

Su hermosa: no es la muñeca de tusa.

Ni aquella vestida de azul,

Ni una de trapo con lindo traje de tul.

Es una rubia muñeca, su musa.

Está la abuela quietita…

La toca. ¡No contesta!

–No se mueve, ¿qué le pasa?

¡Ay, ay, ay, qué despierte!

(Se mece la silla,

Y brilla el deseo de la abuela).

Para sorprender su sueño

Se corta los rizos, la niña

Y le adorna la cabeza: ¡qué bonita!

La autora

Educadora jubilada con títulos y créditos experiencia en todos los niveles de eseñanza (preescolar, primaria, secundaria y Universidad. *Doctoranda del Programa de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de Panamá con énfasis en Literatura Hispanoamericana del Caribe y Panamá.

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