El ataque de Morgan a la ciudad de Panamá II parte, antecedentes
- lunes 28 de octubre de 2019 - 12:00 AM
Los elementos que conformaron la actividad de la piratería se encuentra en la rivalidad en las potencias emergentes que lucharon por el control marítimo y territorial. Luego de la derrota de Drake y su estrepitosa huida con un cuantioso tesoro como resultado del asalto a Nombre de Dios. Las incursiones de piratas y bucaneros continuaron. Las cuales fueron más insurgentes por la apertura de las ferias de Portobelo, que culminaron en 1730. El lapso de tiempo de navegación desde España hasta Panamá era de uno a dos meses, con un recorrido de aproximadamente 8,000 kilómetros. El oro y las barras de plata eran cargadas por mulas y las mercancías se trasladaban a través de la Venta de Cruces, seguida de la navegación por el río Chagres estacionándose en el fuerte de San Lorenzo hacia Portobelo.
Para la protección de la ciudad de Panamá la Vieja fue necesaria la construcción del Castillo de San Felipe, la fortaleza de Santiago y el fuerte de San Lorenzo. Sirviendo de defensa y barrera para garantizar la protección también del flujo de riquezas. Un listado sorprendente de piratas y bucaneros hicieron presencia en el istmo. Desde Thomas Baskerville, lugarteniente de Drake. Y William Parker, con largo historial de acometidas desde la costa de México hasta Indonesia. Tenía el rango de vicealmirante de la armada británica. Hasta fungió como alcalde en la ciudad de Plymouth. Parker planeó detalladamente su ataque a Portobelo y, con un contingente de hombres, intentó robar la riqueza aurífera de Panamá y de la ciudad caribeña, empujó a otros corsarios y piratas a hacer sus ataques, tal es el caso de John Oxenham.
La táctica de Oxenham fue distinta en función de sorprender a los españoles por el lado del Pacífico. Hizo pacto con los negros escapados de las haciendas y se compactó con un grupo de cimarrones acaudillados por Luis de Mozambique. La rebeldía y el odio de los cimarrones contra el trato de los españoles a ellos encendió las acciones punitivas de rebeldía. Mientras que, los españoles encadenaban y esclavizan a los indígenas igual procedimiento realizaron con los negros esclavos. Les aplicaban torturas y el desprendimiento de miembros del cuerpo, sin llegar a inutilizar al esclavo. Con ello aterraban a sus esclavos e impedían su huida.
Esa porción de infelices seres humanos, torturados hasta el cansancio, generalizó su vínculo con los ingleses. Oxenham logró rearticular su ejército de bárbaros y atacó las embarcaciones en el archipiélago de las Perlas. Se presume que el botín resultado de sus asaltos se aproxima a 60,000 doblones de oro y 100,000 pesos. Su bravura y sagacidad imparable le puso precio a su cabeza por el virrey del Perú. Oxenham no suprimió sus ataques y fue perseguido hasta ser capturado en 1578, enviado al Perú donde fue ahorcado.
En relación al personaje de William Parker, según Alfredo Castillero Calvo, en su obra ‘Nueva Historia General', describe el ataque a Panamá (vol I tomo 2, p 791) comenta su maniobra: ‘A media noche del 16 de febrero de 1601, el pirata inglés William Parker, se aproximó a la bahía de Portobelo con dos fragatas, una de 100 toneladas y otra de 60 o 70, con 160 soldados, marineros, grumetes y pajes. En dos lanchas con dos chalupas amarradas que transportaban 40 hombres pasó casi pegado a la costa occidental frente a La Ranchería. Advertidos por los centinelas del fuerte de Santiago, un pirata de origen portugués respondió que venían de Cartagena con tablas y teja, dejándoseles pasar, desembarcaron en el sector de Triana, a la entrada de Portobelo, al que prendieron fuego'. Maniobra, engaño y táctica sorprendente ante la ingenuidad del vigía que debió detener la embarcación y requisarla. Error imperdonable que culminó con el incendió de este importante bastión español.
La batalla se generalizó y los españoles solo pudieron, anota Castillero (p. 792), utilizar dos piezas de artillería debido a la fragilidad de la estructura del fuerte y con temor de un derrumbe de la estructura de la fortaleza. Al día siguiente, y aún fresco, los torpes incidentes de defensa atracaron 200 piratas. Ante la inexperiencia, el alcalde mayor, Miguel Ruiz, quien protegía el castillo de San Felipe y el sobrino del presidente (p. 792), este último se cruzó de brazos ante el ataque y pagó con su torpeza que le cortaran la cabeza.
Al llegar los piratas de Parker a la plaza, la valentía de un soldado de 70 años respondió al ataque quien tenía a su mando de 100 soldados reducidos a 34 hombres. Reagrupadas las tropas españolas, atacaron y los vecinos enfrentaron disparando al enemigo. Parker fue herido de bala que le penetro la carne hasta el hueso y desalentado dio gritos de retirada a su grupo.