‘Apostamos a la vida’
- domingo 01 de diciembre de 2013 - 12:00 AM
Hace 16 años, Radamés Tejeira solo tenía deseos de morir. Enterarse a los 23 años de que era portador del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) derrumbó, como si fuera un castillo de naipes, los proyectos laborales y familiares que en ese momento eran el motor de su vida.
En Panamá, para el año 1997, cuando le diagnosticaron la enfermedad a Radamés, era poco conocida, los tratamientos eran casi nulos, no existían lugares de orientación donde recurrir. Para este joven, lidiar con ese panorama fue una batalla que hoy, a sus 39 años, recuerda con mucha valentía y agradecimiento a Dios.
‘Las personas que vivimos con VHI somos personas que luchamos todos los días’, cuenta Radames, quien recuerda que en aquellos tiempos, cuando fue diagnosticado con el virus, no existían organizaciones ni personas que se sensibilizaran con esa enfermedad.
‘Yo sufrí mucho, tenía mucho miedo y por eso hoy en día doy mi testimonio de amor’ , comenta al tiempo que asegura que la mano de Dios, el apoyo de su familia y la acogida de fundaciones como Casa Hogar El Buen Samaritano lo ayudaron a levantarse y ser una persona productiva y útil para la sociedad.
Pasar por situaciones difíciles como estar en la cama de un hospital y en silla de ruedas no quebraron la fe de este hombre que hoy dedica gran parte de su tiempo a apoyar una labor pastoral de la Iglesia católica.
UNA LUZ EN EL CAMINO
De la necesidad de darle alberge a las personas que demandaban atención, medicamentos para contrarrestar el VIH y que son abandonadas por su familia surgió la a idea de crear la Fundación Casa Hogar el Buen Samaritano, en Juan Díaz.
Una idea que cristalizó el sacerdote Domingo Escobar Chávez hace nueve años, cuando fue asignado a la parroquia Nuestra Santa María de El Camino y vio el estado de abandono en el que vivían tres portadores del virus que, tras ser diagnosticados, convirtieron el parque de Juan Díaz en su hogar.
‘Esto golpeó la conciencia de la Iglesia y nosotros no podíamos ser indolentes. Aunque no conocíamos nada del tema del VIH decidimos llevar adelante este proyecto’, dijo Escobar, quien asegura que la lucha más fuerte que tienen las personas que padecen esta enfermedad es el estigma y el rechazo de su familia.
Explicó que la fundación que dirige, más que apoyar y acoger a estas personas, busca que ellas se empoderen y aprendan a vivir su nuevo estilo de vida. Estilo que consiste en tomar sus fármacos a tiempo para lograr que la carga viral del VIH sea baja.
‘Aquí está prohibido morirse, este es nuestro lema’, dice Escobar, quien asegura que la labor pastoral que realiza junto a más de 20 voluntarios de la fundación es una ‘apuesta por la vida’.
‘Aquí apostamos por la vida, pues las personas que tienen VIH no están condenadas a la muerte, ellas tienen un millón de oportunidades de salir adelante’, sostiene.
Esta obra, según Escobar, está hecha para las personas que no tienen recursos económicos. Ellos, antes de ser recibidos, deben contar con un diagnóstico sobre su carga viral y tener un médico infectólogo de cabecera. Si ambos factores no son cumplidos, la fundación se encarga de proveerlos.
Según Escobar, en nueve años este hogar ha recibido a más de 400 personas que han encontrado en este hogar atención médica, psicológica, didáctica, ocupacional, y se han reconciliado con ellas mismas.
Actualmente, en la fundación residen 15 personas (10 varones y 5 mujeres). Otras 40 asisten para recibir sus terapias antirretrovirales, alimentación, ayuda psicológica y espiritual.
LABOR EN COLÓN
En la provincia de Colón, los niños y adultos que padecen VIH cuentan con el Albergue de María.
Este año, esta instalación acogió a tres infantes que fueron diagnosticados con el virus.
Sobre este tema, la hermana Lucía, encargada del albergue del Programa de Atención a las Personas que Viven con el VIH, explicó que los niños que son referidos por las autoridades de Salud reciben atención en odontología, psicología, estimulación temprana, programas nutricionales y trabajo social.
Para esta religiosa resulta inexplicable que a pesar de tantos controles y divulgación sobre la enfermedad, se sigan reportando niños infectados. ‘Esto es indicativo de que no le estamos dando importancia a los riesgos de la enfermedad’, dijo.
Los pacientes atendidos en el Albergue de María, en el caso de los adultos, según la hermana Lucía, son aquellos que no tienen ningún tipo de ayuda ni familiares que los atiendan. Aquí se atienden 70 pacientes por año, internos adultos. A otras 350 personas se les brinda atención externa.
SITUACIÓN
En Panamá, desde que se registró el primer caso de VIH, en 1984, hasta septiembre de 2011, ya se han registrado 11 mil 715 casos de sida, según el último informe de epidemiología del Ministerio de Salud (MINSA).
De esta cifra han fallecido 7 mil 850 personas, la mayoría de ellas (5 mil 970) hombres.
Las estadísticas también revelan los modos de transmisión, siendo las relaciones sexuales la forma de contagio que ocupa el primer lugar (7 mil 846 casos), seguida de la transmisión perinatal, al momento del parto o por lactancia (347 casos), y la sanguínea (142). La población más afectada sigue siendo la heterosexual, con 5 mil 945 casos, seguida de la homosexual, con mil 450.