Sasha: el doctor de los relojes

La curiosa historia del hombre que repara relojes en calle 17, Santa Ana
  • lunes 22 de julio de 2024 - 12:00 AM

Sasha: el doctor de los relojes, dice un pequeño letrero con fondo amarillo y letras negras.

Un hombre calvo, de suéter rojo y jean roto, de esos que están de moda, permanece sentado en una silla plástica blanca y sobre sus rodillas sostiene una mesita improvisada donde manipula, como un verdadero cirujano, los diminutos mecanismos que le dan vida a un reloj y que estos vuelvan a contar el tiempo.

-One dollar – le dice a su cliente una vez que termina de salvar las “piernas” (pulsera) de uno de sus pacientes.

-Gracias, cariño, bendiciones – dice la mujer y se pierde por las calles.

Se llama Sasha Ricardo Michael Smith y tiene 26 años de reparar relojes en calle 17, en Santa Ana.

Acurrucado en una de las aceras, Sasha atiende a los clientes en medio del bullicio de los vendedores de frutas y la bocina de los carros que pasan por esa transitada vía.

Mientras converso con él una calurosa mañana de julio, varias personas lo rodean esperando que los atienda.

-Yo reparo toda clase de relojes, desde Bulova, Rolex, Fósil hasta los más baratos -comenta sin dejar de hacer su trabajo.

Sasha confiesa que estudió mecánica industrial en su juventud y trabajó para varias empresas. Luego se fue a Estados Unidos y cuando regresó, un día la mujer de un amigo le pidió que le recompusiera un reloj.

- Yo no sé arreglar relojes – le dijo.

-Eso es fácil, lo puedes hacer con un cuchillo - le retó ella.

Allí, dice Sasha, empezó este negocio que le ha dado de comer durante todos estos años.

- Es un sueño hecho realidad. Cuando era joven le dije a un amigo que algún día tendría mi propio negocio. Él se echó a reír y me dijo que eso era imposible. Un día me encontró aquí y le dije, viste, yo tengo mi propio negocio – dice.

Su hospital siempre está lleno de enfermos, pacientes que esperan ser diagnosticados y salvados por el doctor relojero, aunque también en una enorme caja verde donde reposan aquellos relojes que pasaron a mejor vida.

-Eso de doctor de los relojes me lo puso un periodista hace 26 años y yo no sé por qué – recuerda Sasha

Dice que un Viernes Santo, durante la pandemia, cuando no se podía salir a ninguna parte, porque había toque de queda, le saquearon todas sus herramientas y tuvo que empezar de cero.

- ¿Me puede arreglar la varilla de este lente que se me rompió? - le pregunta un hombre.

-Soy como una especie de MacGyver, reparo de todo. Estos días llegó un joven con su carro que le estaba molestando, se le veía la cara de preocupación porque tenía que llevarlo a un mecánico y no tenía plata, estaba a punto de llorar. Yo tomé una escoba y se lo arreglé, no sé como, pero se lo arreglé. El hombre casi me besa – dice Sasha muerto de risa.

Muestra, como un trofeo, todas las herramientas que usa y dice que el corazón de todos los relojes es su circuito. Nació en Colón y vive solo en calle 16 Santa Ana.

Llueva, truene o haga sol siempre está sentado como todos los días en su pequeño puesto. Usualmente llega en la mañana y se queda hasta las 6 ó 7 de la noche. El día que Panamá jugaba con Colombia la Copa América dice que cerró a las 4:00 de la tarde para ir a ver el partido.

-Fue por gusto, nos golearon – comenta con su sonrisa habitual.

Entre bromas y risas, la bocina de los autos sigue sonando, el buillicio no acaba, y Sasha sigue concentrado en su oficio, porque él sabe que el tiempo es oro y hay que seguir contándolo.

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