Artistas del cuero
- miércoles 28 de mayo de 2014 - 12:00 AM
TRADICIÓN
En Chiriquí hay quienes se dedican a la confección de sillas para montar caballos (talabartería), pero debido al aumento del cuero de la vaca, esta actividad podría desaparecer.
Nos fuimos al corregimiento de Horconcitos, distrito de San Lorenzo, un lugar originario donde desarrollan el arte de la talabartería, para conocer más a fondo la situación.
Uno de los ocho talabarteros que trabajan en Horconcitos es Rigoberto Robles, quien expresó que se inició en estos avatares desde los nueve años, pero no fue hasta cuando cumplió los 12 años que confeccionó su primera montura.
Precios
Pero como casi todo en la vida ha subido de valor, el cuero de vaca no escapa a esta realidad porque su precio que antes era de $0.50 la libra, ahora su valor es de $2.50.
Pero a pesar de la dedicación que estas personas le ponen a su trabajo, consideran que sus ganancias son pocas.
Una montura sencilla, se vende en $350 y se invierte en materiales $200.
Si hablamos de una silla de lujo, puede estar por el orden de los $1,200, mientras que la inversión es de $800.
En años anteriores se gastaba 80 dólares y se ofrecía a $150.
Ismael Salinas, quien tiene una tienda de venta de monturas y artículos agropecuarios en David, mencionó que los precios varían en las sillas de montar.
En su local, ubicado en la Terminal de Transporte de David, ofrece las monturas de trabajo que son las más compradas y sencillas desde $250 en adelante.
Cuando los compradores llegan a su puesto, él les advierte que estos artículos tienden a subir sus precios porque ya es difícil encontrar a personas que elaboren esta clase de trabajos.
Abdiel Herrera, quien hace trabajo de campo, manifestó que estas sillas se han encarecido.
‘Antes se conseguían en 80 dólares por ser sillas ordinarias, pero ahora, con los precios disparados, al hombre de las áreas rurales, se les hace más difícil adquirirlas,’ añadió.
Proceso de elaboración
La confección de una montura inicia con la curtiembre, proceso de limpieza del cuero de vaca con sal, lejía y cáscara de mangle para secarla al sol.
Después se cortan las piezas de la silla de montar como las guardas piernas, bastos, estribera, faldas y los forros del fuste.
Posterior a eso, los cortados se alisan untándole sebo y zurrándolo con una botella de vidrio, se colocan al sol nuevamente; después de estar seco, se zurran para darle brillo.
A pesar de todas las contrariedades en la talabartería, hay quienes mantienen la esperanza, como Rigoberto, que estas artesanías perdurarán porque forman parte de la cultura y costumbres del hombre del campo.