Infidencias y confidencias

Glosas de la realidad política de Panamá.
  • domingo 13 de noviembre de 2011 - 12:00 AM

Me dijeron que vieron a la fiera de la Altiva Shanttall a las 12 de la noche metida en un centro nocturno de diversión. Cuidao con la trasnochadera, pues.

A otra que vieron, pero de ‘shoping’, fue a la Desalmada, el 10 de noviembre en Albrook Mall. No llevaba muchos paquetes, pero sí muchos guardaespaldas. ¡Vamos bien!

Hablando de gente bien custodiada, me dijeron que el Molitene llegó ayer a la final de ‘Solo para periodistas’ con más guaruras que el mismo presi. Dio el saque de honor muy sonreído. ¿Se habrá olvidado ya de los periodistas emplanillados?

Otro que departió con los periodistas fue Mingo, el reemplazo de Dubái, pero como llegó tarde obligó a suspender el encuentro para cumplir con el protocolo del pateo de la pelota. ¡Qué caché!

Me dijeron que en una farmacia del Cajetón en San Carlos, además de despachar medicamentos para los usuarios, los funcionarios también preparan alimentos (hamburguesas, gelatinas, helados, etc...) para la venta.

Me dijo el sapo que esto lo hacen en horas laborables y utilizando los cartuchos que la Institución compra para los medicamentos, para despachar sus alimentos.

Me comentaron que el mandamás tránsfuga del Populoso logró su diploma gracias a que se metió en un plan de estudios para reclusos y ahora quiere ser abogado, pero no asiste al aula.

Se supo que la gente del Hatillo cobra tarifa por tomar fotos en Mi Pueblito, aduciendo que solo lo hacen en los casos que son "profesionales". Ahhh, pero la cuña del Hatillo dice que el mantenimiento de ese lugar se paga con los impuestos. ¿Como así?

Se supo que alguno altos funcionarios quisieron sabotearle a Rubencito la inauguración de los Juegos Concecade con su ausencia, pero al final le salió bien todo. El vice de Lucinda ¡hasta lo felicitó!

La cocoa anoche fue que los maestros de ceremonia en la inauguración de los Juegos Concecade le dieron la palabra al Cholo y después se arrepintieron cuando comenzó a hablar de los animales que se comen la ropa de los tendederos y de su amigo Yaco, que es borracho como el diablo.