La triste historia de una prostituta

Hace poco conocí la historia de una joven extranjera que era trabajadora sexual. Fue en una tarde como en cualquier otra, bajo la lluvia, en un bar; me encontraba con unos amigos, y ella, entre lágrimas correr por sus mejillas, con ‘sus ojos como de doncella herida', ‘ella detenía el mundo con sus ojos'.

Sin conocerme me abrazó, y le pregunté: ¿qué te ocurrió? ¿Por qué me abrazas? ¿Por qué lloras?, y ella respondió: ¡Ayúdame!, regálame algo para comer!, soy prostituta; yo sorprendido reaccione: ¡wao!, sorprendido por la belleza y encanto de tan sufrida beldad, provocó que se me erizara toda la piel, me transportó en un vacío silencioso en un mundo paralelo, donde solo existía ella y yo, con su impresionante historia.

Acorralada entre sus pensamientos fue detallando cómo vive envuelta, en una vida entre cuartos y sábanas, candelabros, música sensual, olores de todo tipo de aromas, entre esencias y perfumes afrodisiacos, en combinación de drogas, sexo, alcohol y violencia.

La chica, quien es extranjera, me dio permiso de contar su historia; ella lloraba porque había salido de su país y se había convertido en una trabajadora sexual, lloraba porque lo que recién se había hecho en la noche, un delincuente disfrazado de cliente denominado ‘El Dandy' se aprovechó de ella, no le pagó por sus servicios y encima le arrebato lo poco que tenía.

¿Cuántos Dandy hay en el diario vivir de una trabajadora sexual?, hay hombres que se disfrazan de saco y corbata. Y… en este mundo del que hablo, se encuentran involucrados hombres casados, hombres ‘ilustres', constructores, etc.

Si bien es cierto muchas de estas jóvenes viven en ‘sueños de opio', buscando vivir como princesas. Sin embargo, el tema de la prostitución es controversial y siempre encontraremos opiniones dividas, pero debemos recordar que hablamos de personas, independientemente de la vida escogida, debemos protegerlas siempre.

PERIODISTA