• martes 14 de septiembre de 2010 - 12:00 AM

Tratados Torrijos Carter, 33 años después

La Nación panameña nació con su soberanía cercenada, ya que su cintura había sido ‘cedida a perpetuidad’ a una jurisdicción extranjera.

La Nación panameña nació con su soberanía cercenada, ya que su cintura había sido ‘cedida a perpetuidad’ a una jurisdicción extranjera.

Fue la juventud la protagonista de esta extraordinaria jornada y junto con casi todos los sectores de la sociedad panameña dieron inicio a una lucha generacional por recuperar la soberanía, y que ondease una sola bandera en todo el territorio nacional.

La diplomacia panameña internacionaliza nuestra causa y Panamá con su tradición de país conciliador y facilitador en la resolución de conflictos, logra el apoyo del Grupo de Países no Alineados y de los países recién independizados de África, el Caribe y Asia.

Esto se debió a la coincidencia de dos grandes estadistas, el general Omar Torrijos Herrera y el presidente norteamericano James Carter y se logra la firma de los Tratados Torrijos Carter, el 7 de septiembre de 1977.

Hoy después de 33 años de la firma de los acuerdos canaleros, a las nuevas generaciones les cuesta imaginarse que en las hoy áreas revertidas, era imposible transitar si no se contaba con un permiso especial.

Hoy muchos se preguntan ¿cuáles son los beneficios de tan importante hecho, el haber recuperado el Canal?

El circular libremente en nuestro propio país, ya es un motivo de regocijo que ha contribuido a la recuperación de nuestra autoestima y dignidad como pueblo soberano.

Además, el aporte económico al tesoro nacional en estos 10 años por el pago de peajes ha sido mucho mayor de lo que en 83 años de administración norteamericana.

Sin embargo, todavía falta el compromiso que el propio Omar perseguía, ‘dar el mayor uso colectivo posible al Canal’, en beneficio de las grandes mayorías, para que nuestros mártires no sientan que su sacrificio fue en vano.

Muchos dudaron que los panameños podríamos ser capaces de administrar el Canal de la manera tan eficiente y competitiva y menos, atrevernos a optar por la ampliación de esta gran obra.

El beneficio debe llegar a través de la ejecución de proyectos y programas bien elaborados, especialmente de carácter social y con la posibilidad del mayor impacto posible, para que se logre combatir: la pobreza, el hambre, el desempleo, el analfabetismo y la inseguridad; flagelos que afectan a nuestras familias y sociedad. Y no involucrarnos en conflictos que se escapan de nuestro suelo patrio.

Y de esta manera contribuir al desarrollo humano y social de nuestro pueblo, de tal forma que no dejemos que nadie robe nuestros sueños.

LA AUTORA ES EX CANDIDATA PRESIDENCIAL

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