- sábado 08 de abril de 2017 - 12:00 AM
Traición de la derecha española
M. Rajoy, presidente de España, y Aznar y F. González, expresidentes, piden a las instituciones políticas internacionales, su intervención para deponer al gobierno venezolano, elegido por votación popular, y sustituirlo por la derecha venezolana, apoyada por el poder económico-militar de Estados Unidos.
Rajoy y Aznar pertenecen al partido popular, adaptando al siglo XXI la política económica del generalísimo Francisco Franco, lo cual parece ser aceptado por Felipe González del partido socialista obrero español.
En 1962 Estados Unidos amenazó con evitar la entrada a puertos cubanos a los barcos comerciales. Franco dijo que España era una nación independiente y seguiría comerciando con la nación que quisiera.
Ideológicamente el gobierno Español tenía sus particularidades con Franco, lo mismo sucedía con el cubano con Castro. Sus ideologías eran distintas, pero tenían algo en común. La identidad histórica en América, que Franco respetó y defendió. La realidad histórica no puede ser reemplazada por la ideología cambiante según las condiciones económicas. Ese fue el gran error de Rajoy, Aznar y F. González.
Franco y Fidel defendieron frente a Estados Unidos, la identidad histórica de Iberoamérica, al formarse la patria grande humanista, con la integración mestiza y religión cristiana, ausentes en el desarrollo histórico anglosajón en E.U., guiado por el Dios determinista de Calvino ausentes de la frugalidad natural del hombre, lo cual se ve en la práctica política del ‘Destino Manifiesto'.
El hombre por naturaleza es un animal frugal, que buscaba la armonía y control para satisfacer sus necesidades, sin avaricia, ni egoísmo. El accionar egoísta y avaro se aleja de la condición moderada. Eso implica que si la derecha o la sustitución del estado por la empresa privada, facilitando la corrupción, se apartan de la condición natural mesurada, entraran en choque con las corrientes sociales, que buscan la armonía social esperada y al ser anti humanistas, su concepto político debe ser rechazado.
Con la participación de todos se podrá poner en práctica la democracia para resolver nuestras necesidades planificadas, con la intervención de los profesionales y ciudadanía en general. Con ellas podrán prepararse leyes con el lema ‘A cada cual según sus necesidades y de cada cual según su trabajo', premiando el esfuerzo de superación personal permanente.