- domingo 03 de abril de 2011 - 12:00 AM
Therapeia
Tengo momentos de brutal honestidad donde mi propósito no es herir sino mejorar, es decirle a la persona cual es la situación para que pueda remediarla. El problema de ello es que escuchar la verdad duele muchísimo y de repente uno se vuelve malo por haber hablado. Callar paga más a corto plazo y simple vista, pero a la larga no ayuda pues no hay evolución personal. ¿Cómo darnos cuenta lo que hacemos mal sino nos lo dicen? ¿Cómo saber cuál es la recepción de nuestros actos y cómo nosotros somos percibidos si nadie se atreve a decirlo? Molesta, sí; duele también, pero tenemos que ser fuertes y comprender que la crítica constructiva por más brutal que sea nos impulsa hacia adelante. Spencer Johnson, autor de ¿Quién se ha llevado mi queso? dijo: ‘La integridad es contarme la verdad a mi mismo y la honestidad es contarle la verdad a las otras personas.’ Es así como debemos vivir, siendo honestos con nosotros mismos y con los demás. De nada vale cerrar los ojos y hacer como si nuestros defectos fuese invisibles cuando todos saben que no es así. El dicho reza que si suena el río es porque piedras trae y si muchos hablan acerca de nosotros es porque algo estamos haciendo mal. He escuchado varias veces a personas diciendo que no tienen que cambiar, que si no los aceptan por quienes son entonces no vale la pena. Eso varia según la situación y sobre todo la forma en que es tomado, pues no queremos caer en el extremo. No somos moneditas de oro para caerle bien a todos, pero cuando diferentes personas se quejan de nosotros es porque algo está pasando. Los humanos somos seres sociales que necesitan del contacto de otros personas y pensar que no debemos adaptarnos y/o cambiar para agradar es llevar la individualidad a la falta de inteligencia. No podemos perdernos en la complacencia a otros, pero necesitamos volvernos más agradables sino queremos estar solos. Es por ello que no debemos sentirnos morir cuando alguien nos dice que no le caemos bien o que no les gusta tal cosa de nosotros, al contrario debemos tomar eso como una crítica constructiva y mejorarlo. Cada día debemos ser mejores versiones de nosotros mismos, debemos ser honestos con nosotros acerca de nuestras fallas y ser honestos con los demás acerca de las de ellos. No teman decir la verdad pues es la honestidad es una virtud si se acompaña con la empatía.