En los últimos días varias comunidades de la capital y del interior del país se han visto afectadas por la Tormenta Tropical Rafael, que a su paso ha dejado la pérdida de cinco vidas humanas y la afectación de más de mil personas. Esto sin contar con la gran cantidad de daños y pérdidas a los productores porcinos y agricultores que se dedican a las labores del campo.
Las vistas aéreas que pudimos observar en los medios de comunicación y redes sociales reflejaban un escenario de desolación, tristeza y mucho dolor, ya que muchas personas perdieron todo lo que tenían, que con tanto esfuerzo y sacrificio habían obtenido.
¿Cuántas hectáreas de arroz, plato principal del panameño, se van a dejar de cosechar en Tonosí?, solamente paca citar un solo rubro. ¿Subirán los precios de los vegetales que se producen en las Tierras Altas, en la provincia de Chiriquí?
Por otro lado, veo una complicidad de aquellas familias que perdieron sus pequeñas viviendas y enseres, pero, que estaban ubicadas en sitios de alto riesgo, cerca de los ríos y quebradas. Anteriormente, ya les había sucedido situaciones similares.
Queda una gran pregunta por resolver: ¿qué autoridad local o del distrito, es la responsable de vigilar para que no se construyan viviendas en lugares inundables?. Falta poner mano dura para evitar esas invasiones de terrenos, que traen dolor de cabeza al el Gobierno. Hay que hacer un mapeo exhaustivo de esos lugares donde hay casas en esas condiciones y ubicarlas en lugar seguro.