• martes 20 de agosto de 2024 - 12:00 AM

Sobre el derecho a la seguridad social

Lo gobiernos anteriores preocupados por “los costos políticos”, evitaron abordar la crisis de la Seguridad Social. Al parecer, MULINO parece dispuesto a tomar “el toro por los cachos”, al activar una comisión, encargada de preparar un paquete de reformas, para su posterior aprobación legislativa. Aunque desde San Felipe se descarta su privatización, por lo poco que nos han adelantado esos comisionados, debemos estar preparados para lo que se nos viene.

Con afán informativo, asentaremos algunas ideas sobre “sus por qué y para qué” del derecho a la seguridad social. La evolución del trabajo “esclavizado” en la que no aparece el menor respeto a la condición humana del trabajador, hasta llegar al trabajo “tutelado”, está escrita con mucha sangre y sufrimiento. Ofenden nuestra sensibilidad imaginar esas escenas en las que al patrón al estimar que el peón no le servía, le asistía el derecho a mandarlo a su trabajador a casa a morirse.

Hoy vivimos tiempos de jornadas mínimas, salarios, y otras justas prestaciones, que se convirtieron en derechos garantizados por el Estado, pero como el empresario le pone precio a todo, cada día se le hace más distante al trabajador a llevar un nivel de vida óptimo. En esta evolución, la institucionalización de la seguridad social marcaría el punto cumbre de esta relación desequilibrada, al asegurársele al trabajador que después tanto sacrificios, tendrá cubiertas sus mínimas necesidades.

Con esto, las injusticias propias de una sociedad en la que “unos se revientan trabajando y otros lucran de ese esfuerzo”, parecían encontrar un justo equilibrio, porque le hace justicia al que después de haber trabajado duro y sin hacer fortuna, al menos le queda el consuelo de una vejez sin carestías.

El hombre es en el centro del problema de la seguridad social, posición desde la que resurge la fuerza ética irresistible de esta aspiración. Este componente humano le permite resistir las complejas explicaciones operaciones financieras y ese enredado lenguaje empleado, que busca liberar al Estado y al empresario del deber jurídico de brindar una seguridad social digna al trabajador. Ello evidencia el interés de los sectores por minimizar esa conquista, que hoy con los derechos humanos cobran plena justicia.

El hombre es en el centro del problema de la seguridad social, posición desde la que resurge la fuerza ética irresistible de esta aspiración.
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