Suena la alarma del teléfono o del cerebro y de un salto nos levantamos de la cama, y qué suerte si hemos tenido un sueño más o menos regular.
Las primeras horas de la mañana resultan cruciales para decantar el día hacia la satisfacción o al estrés. Igual de importantes son las horas en que nos dispondremos a dormir al final del día. Si nos acostamos pensando en conflictos o preocupaciones, la calidad de nuestro descanso se verá afectada.
Programar nuestro día con actividades para comenzarlo bien nos ayudará a tener un día más relajado o llevadero y podremos responder de una forma más serena a los desafíos que nos plantee.
Despertar escuchando una meditación guiada acompañada de afirmaciones positivas, enlazarnos con aquello que nos haga bien ─como puede ser regar las plantas o alimentar a nuestras mascotas y ejercitarnos─ es un camino.
Otra gran herramienta para calmar nuestro ruido emocional es practicar la oración y la meditación. Hacer esto puede convertirse en hábito mediante la repetición diaria de la acción. Introducir rituales de bien tiene un sustento científico y lo muestra la neurociencia.
La doctora Nazareth Castellanos nos explica de forma clara cómo mediante el cultivo de la meditación podemos ayudarnos a estabilizar nuestras emociones e ir graduando nuestras amígdalas (que son estructuras cerebrales encargadas de la regulación y del procesamiento emocional). Las amígdalas pueden estar muy activas cuando nos encontramos preocupados y ansiosos y pueden equilibrarse mediante la meditación.
Al introducir ciertas actividades previas a despertarnos en la mañana o al acostarnos y realizarlas de forma regular estaremos creando hábitos que serán de gran ayuda en nuestra vida y, poco a poco, iremos viendo los beneficios. Comencemos.