Ridículo mundial

  • lunes 13 de enero de 2025 - 12:00 AM

Expectantes estuvimos todos por lo que podía pasar el pasado viernes 10 de enero, cuando Nicolás Maduro asumiría –otra vez—como presidente de Venezuela, especialmente por la que se montó en Panamá y otros países en los que el ganador de las elecciones pasadas recaló, recibiendo el respaldo de la comunidad internacional.

Una verdadera vergüenza fue la defensa antes de su juramentación que hizo el señor Maduro, insultando a los presidentes que recibieron al presidente González y no lo digo solo por las groseras declaraciones que vertió, con hiel, contra nuestro presidente José Raúl Mulino, sino por todas las demás, que lo alejan definitivamente de la conducta que un mandatario debe observar (y no es que antes se comportara diferente). La última vez que fui a Caracas, país que visitaba constantemente por temas laborales, fue a la toma de posesión de Hugo Chávez, en 1999, como ministra de estado y, a pesar de la interminable ceremonia y el larguísimo panegírico que el entonces mítico presidente se mandó frente a un expectante Fidel Castro –que no dejó de tomar nota por dos horas y media—supe que no le avecinaban buenos tiempos a la nación sureña. Pero Chávez es un niño de pecho al lado de este señor, y la táctica de Castro de tomar nota, después supe, es para no caer dormido ante un discurso interminable.

No debemos olvidar que dictadores que desconocen resultados de elecciones y se aferran al poder, acaban mal, y así pasó con Noriega aquí, con Ceauşescu en Rumania, y más recientemente en Siria, con Bashar Háfez al-Ásad, por no mencionar a otros más.

Ahora tendremos que enfrentarnos, con más temple y menos bravuconadas, ante la amenaza que se convertirá en realidad con el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca. Hará falta mucha mano diplomática para no caer en los berrinches del señor de Mar-a-Lago y contar con el apoyo de toda la comunidad internacional, que ya ha mostrado su respaldo, para capear un temporal que se nos viene muy agresivo.

Arquitecta

“Una verdadera vergüenza fue la defensa antes de su juramentación que hizo el señor Maduro, insultando a los presidentes que recibieron al presidente Edmundo González Urrutia”.
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