- domingo 09 de noviembre de 2025 - 12:00 AM
Hay panameños que cuestionan la autenticidad de nuestra gesta independentista de 1821 y separatista de 1903, porque las mismas no estuvieron bañadas en sangre.
Panamá con su pequeñez geográfica, poca población y pobreza no tenía otra estrategia que el “cálculo, intriga y oro” nos dice el Dr. Justo Arosemena Q. en su Estado Federal de Panamá. El Istmo estaba sitiado por las tropas españolas. En nuestra propia debilidad, decidimos voluntariamente unirnos a la Gran Colombia de Simón Bolívar.
La sangre que no derramamos el 10 y 28 de noviembre, ni el 1 de diciembre de 1821 por nuestra Independencia de España, la derramó la juventud panameña con el Batallón Istmo en 1824 en los campos de Junín, Matará y Ayacucho.
En 1861, el Gobernador conservador del Istmo, Dr. Santiago de la Guardia, firmó el Convenio de Colón con Colombia, declarando al Istmo Neutral en los conflictos bélicos de Colombia. El Gobierno de Colombia en 1862, rechazó el Convenio y Santiago de la Guardia, se armó para enfrentar al Ejército de Colombia que llegó a reprimir a los patriotas istmeños. En la Batalla de Río Chico de Natá, fue vencido el Gobernador de la Guardia y muerto en combate con otros panameños.
En noviembre de 1903, la población del Istmo tenía 350 mil habitantes y el 90% no sabían leer ni escribir. La pobreza se asomaba en todos los hogares istmeños provocados por la quiebra del Canal Francés, el desempleo y la Guerra de los Mil Días de liberales y conservadores con su carga de muertos, heridos, lisiados, viudas y huérfanos. Nuevamente, los próceres, comerciantes y letrados, vieron una oportunidad de oro. Los franceses querían venderle a los EE. UU. las acciones canaleras, los gringos querían terminar de construir el Canal de Panamá y Colombia le había negado el tratado para continuarlo.
Los panameños volvieron con la estrategia de 1821: “Cálculo, intriga y oro”. La ciudad de Panamá, se atrincheró con las armas del Batallón Colombia en manos de los liberales del Arrabal Santanero para enfrentar las amenazas del Batallón Tiradores con sus 500 soldados colombianos.
El 3 de noviembre de 1903, no se derramó sangre de hermanos, ya la habíamos derramado en la sangrienta Guerra de los Mil Días.
“Revolución sin sangre”.