- jueves 23 de marzo de 2017 - 12:00 AM
Retorno al Medievo
Sociedad pacata, timorata, mojigata. Un segmento de nuestra población se cree la cosota, y ordena la patrulla para que se ponga el índice acusador a quien hable sobre sexo por medios públicos. En la oscuridad, que es tendencia porque los técnicos no abren los manuales en Etesa, la vida es más sabrosa.
Trato de entender por qué adoctrinadores de distintas corrientes religiosas y seudorreligiosas `pretenden influir para que el país retorne a la Edad Media, con sus tandas de prejuicios, superstición y mojigatería. Alguien debiera llamarlos a capítulo y decirles que para mucha gente, como yo, hacen tremendo ridículo, y, además, desorientan a la juventud, que se encuentra inmersa en muchas incertidumbres, por todas las rupturas derivadas de la presente revolución tecnológica y del conocimiento.
Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen. Estas reflexiones pasan por mi cabeza cuando me percato de que un sector se propone satanizar la figura de una profesora, Teresa Argüello, quien explica Filosofía Moderna, de una forma atípica y hasta prosaica, con la representación sobre el pupitre de los dolores de un parto, ante sus alumnos.
Solo falta que los nuevos demonios establezcan una Inquisición, a quien, en forma legítima, aborda a su manera, con su estilo, uno de los grandes problemas de este tiempo: la preñez de adolescentes, en forma masiva, y que su solución ha quedado en manos del prejuicio y el estereotipo , lejos de la razón y la ciencia.
Esos profesores, que hacen la diferencia, son los que necesitamos para que nuestro país progrese. A esos docentes son los que tenemos que empoderar para avanzar frente a los nubarrones presentes. Es ofensivo pensar que a Teresa Argûelles alguien pretenda castigarla. Ella está poniendo la llaga en una realidad que nos revienta en el rostro por haber atizado la regresión y el Medioevo ante desafíos contemporáneos.
Periodista y filólogo