Toc..toc..La decisión de abrir o no la puerta, revestida de esperanza, que permite renovación está en ti.
Y es que, ante desatinos, frustraciones y desasosiego bien valen mejores oportunidades personales y colectivas, que promuevan satisfacción sin ego desmedido y logros con mucho empeño, sustentados en espiritualidad y armonía real.
En este Tiempo de Adviento, monseñor José Domingo Ulloa, hablaba recientemente de “sacudir el corazón y abrir espacios nuevos para que el Señor pueda entrar”, lejos de prisas y ruidos. ¡Así es!.
Esto aplica cuando hay distanciamiento familiar, malentendido entre amistades, relaciones tóxicas en ambientes laborales, pues son situaciones que se quiera o no, se reflejan en una sociedad con incremento en cifras de delincuencia (Según el Ministerio Público, hasta octubre de este año, se registraron más de 3 mil 800 denuncias de actos delictivos cometidos por personas menores de 18 años) y de desempleo (200 mil personas desocupadas actualmente). En este punto, el semáforo está en amarillo, de advertencia.
Eso nos lleva a transitar con cuidado, a sabiendas de que la delincuencia no es opción, aunque algunos insistan en justificarla y otros en apadrinarla; y que, en el plano laboral, debemos fortalecer capacidades y ampliar oportunidades.
El portal de renovación se impone con resiliencia y conciencia, para construir una mejor versión de cada uno de nosotros con alta dosis de autoestima y respeto por este país!.