La hipocresía impregna en Panamá como una plaga, y la esfera política no es inmune a ella. Los políticos, con su verborrea y bla bla bla, con promesas vacías, se erigen como adalides de la moral, mientras en la sombra tejen redes de corrupción y discriminación. Y la ciudadanía, en una mezcla de apatía y de poco importa, observa complaciente cómo sus derechos son pisoteados.
En el caso de la comunidad LGBTQ+, la hipocresía política se manifiesta de forma flagrante. Políticos que en público se proclaman defensores de la igualdad, en privado se escudan en la religión o en valores tradicionales para negar derechos básicos a estas personas. Promulgan leyes discriminatorias, avalan discursos de odio y, en el mejor de los casos, se limitan a gestos vacíos de simbolismo.
Pero la hipocresía no se limita a los políticos. La ciudadanía también juega un papel en este escenario. La apatía y la resignación ante las injusticias son caldo de cultivo para la perpetuación de la discriminación. La falta de participación activa en la defensa de los derechos LGBTQ+ permite que los políticos continúen con su doble discurso.
La comunidad LGBTQ+ está presente en todas las áreas de la sociedad. Son médicos, policías, educadores, ingenieros, arquitectos, abogados, neurólogos, artistas, comunicadores, y mucho más. Su talento y profesionalismo contribuyen al desarrollo del país, al igual que el de cualquier otro ciudadano.
Ante la falta de compromiso por parte de los políticos y la apatía de la ciudadanía, la comunidad LGBTQ+ ha tomado la iniciativa de crear un Pacto Ético Electoral. Este pacto busca garantizar que las personas LGBTQ+ no se enfrenten a vulneraciones de sus derechos antes, durante y después de las elecciones.
Sin embargo, el lanzamiento del Pacto Ético Electoral se vio empañado por la ausencia de los principales candidatos presidenciales. Esta actitud demuestra una vez más la hipocresía de la clase política, que solo se preocupa por los derechos de la comunidad LGBTQ+ cuando les conviene. Son unos verdaderos hipócritas.
Es hora de romper el ciclo de la hipocresía. La ciudadanía debe exigir a sus políticos un compromiso real con la igualdad y la justicia. Es necesario alzar la voz contra la discriminación y defender los derechos de todas las personas, independientemente de su orientación sexual o identidad de género.
La firma del Pacto Ético Electoral es un paso importante en la lucha por la igualdad, pero no es suficiente. Se necesita un cambio profundo en la sociedad, un cambio que solo se podrá lograr con la participación activa de la ciudadanía.