Los orígenes del Parlacen, según puede leerse en su sitio oficial, se trazan desde el año de 1983, cuando a iniciativa de Panamá nació el denominado “Grupo de Contadora”, conformado por Colombia, México, Venezuela y Panamá, con el loable propósito de contribuir a cimentar un proceso de paz duradera en Centroamérica.
El Parlacen se instaló el 28 de octubre de 1991, integrado por 67 diputados de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua. Costa Rica nunca se asoció a la iniciativa. Panamá, ratificó el Tratado Constitutivo en mayo de 1994 y en octubre de ese mismo año acreditó 20 diputados observadores. Con la incorporación de la República Dominicana, el número de los diputados del Parlacen es de 154, a razón de 22 por cada país, los 20 elegidos, más los expresidentes y ex vicepresidentes.
Como se recordará, en el año 2009, promovida durante la administración Martinelli, se aprobó por la Asamblea Nacional una ley que derogó aquella que había ratificado nuestra adhesión al Tratado Constitutivo del Parlacen; que fue posteriormente declarada inconstitucional por la Corte Suprema en marzo de 2012, debido a que en ese tratado no existe “cláusula de denuncia” y, por tanto, ningún estado-parte puede desvincularse de él.
En los 31 años en que hemos formado parte del Parlacen, con un costo muchas veces millonario, resulta imposible justificar algún beneficio tangible; pero el tiempo sigue transcurriendo sin que se tomen medidas concretas y efectivas para revertir la situación.
Ahora, cuando el Parlacen vuelve a ser aireado, ante la eventual juramentación de los pasados presidente y ex vicepresidente, repito mis recomendaciones sobre las medidas que debiera promover Panamá: 1) Proponer que se reforme el Tratado Constitutivo para incluir la “cláusula de denuncia”, consustancial a todos los tratados, 2) Que se elimine la incorporación de los expresidentes y exvicepresidentes o que estos, en lugar de ser “diputados automáticos”, constituyan “un Comité Asesor Ad-Honorem” a los que se escuche cuando se estime prudente o necesario y 3) Que como la creación del Parlacen fue producto de una iniciativa de los presidentes, estos, en un ejercicio de responsabilidad histórica examinen y evalúen como hacerlo efectivo, pues aunque se afirme que al reformar su Tratado Constitutivo en 2010, este pasó de ser un “Órgano de recomendaciones” a un “Órgano de representación política y democrática”, esa condición y misión “brilla por su ausencia”.