El papel de Panamá

El escándalo que encierran los Panama Papers esconden detrás de su nombre tanta patraña, que su explicación jurídica depende del cristal con que se mire. A todas luces, la exclusividad de más de cien medios de comunicación en el mundo, que tuvo acceso a la información hace más de un año, y que acordaron homologar el nombre del suceso, nos convirtió en el papel higiénico de una gran embarrada mundial.

A pesar de que la firma Mossack Fonseca tiene su sede en Panamá, casi la totalidad de los bancos donde las sociedades abrieron sus cuentas y movieron dinero provienen de los países que hoy nos señalan y acusan de paraíso fiscal.

La forma hipócrita y abusiva con la que nos amenazan países como Francia, que intentan pisotearnos en este momento tan difícil, me hace recordar la cantidad de islitas francesas, británicas y holandesas que bajo la figura de excolonias funcionan como republiquillas al servicio de las ilegalidades, que en los citados países se prohíben por constitución.

Es como si mañana Taboga, Contadora, Coiba, Isla Colón y Bastimentos se declararán repúblicas independientes, llevándose consigo el centro bancario, las firmas de abogados y la Zona Libre de Colón para sus territorios, pero con todo el respaldo que ofrece la República de Panamá.

Si las naciones que señalan a Panamá como paraíso fiscal cumplen con lo establecido por el mamotreto de la OCDE, con sede en París, es sencillamente, porque tienen establecido fuera de sus territorios, en estas islitas, las ‘lavanderías' del mundo.

La doble moral y el temor a que se descubra la verdad que esconden estas naciones, ofrece una inmejorable oportunidad para desenmascarar a estos vividores que se aprovechan del esfuerzo de la clase trabajadora del mundo, para lucrar a través de ilícitos.

El papel de Panamá, sin lugar a dudas, deberá ser un papel protagónico, que servirá para develar, a través de la firma Mossack Fonseca, quiénes son los verdaderos responsables de tanta pobreza, guerra y corrupción en el mundo.

*Periodista